martes, 2 de marzo de 2010
Mi pluma
Mi pluma tiene la virtud innata
desde que la adquirí de haber sabido
guardar silencios; largos de cajón
y meses o sencillos, descapuchada
en una desnudez fiel y sin prisas,
aguardando de mis dedos una orden
que trajera a la luz lo que leéis.
Paciente ha soportado con valor
mis infidelidades de putero
sin tapujos
y el alma pendenciera de mis manos,
se ha tragado conmigo y como nadie
la saliva de barro del insomnio
con los ojos abiertos a la nada,
el peso de mis búsquedas nocturnas,
el humo de los flexos, los papeles
en blanco y mi tristeza peregrina.
Hay veces en que sólo nos miramos
sin nada que decirnos, quizás por
cansancio o porque ya esté todo escrito
y encierra en su columna una recámara
de venenos impresos y el sabor
a sílaba que guardan las ternuras.
Mi pluma esconde en su glóbulo negro
la clavícula blanca de un secreto
y el mar de abril con mi última ceniza.
Iván Onia Valero
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