viernes, 29 de noviembre de 2019

MÍSTICA DE LOS HOMBRES DE LA BASURA


Nos despertaban muy de madrugada
aquellos hombres sucios, sostenidos
como del aire en su viejo camión.
Olían mal, hablaban sólo a gritos.
Este trabajo es el peor del mundo
– decía mi padre –.
Yo quería ser como ellos.
PATRICIO HÚCUBE

Una tarde dejé de ser un niño rubio
y me puse una cáscara de plátano
en la cabeza

– todo es siempre ayer si lo recuerdo mucho–.

Soldados de mi infancia,
traed de nuevo la madrugada
y una estrella amarilla como un faro
para los marineros que en mí cantan
la salve del primer insomnio,
porque quiero ser otra vez el rubio
que nunca duerme y con vosotros sueña.

¿De qué francia venís, hombres morenos?
agarrados a las crines,
surfistas de mi barrio.
La luna es una pandereta de atún
que echáis a las ballenas.
Nunca se sacia la reina de la noche:
cabezas de sardina, tibias de pollo,
medio yogur, lentejas del país de los martes,
ubres vacías, kilovatios-hora, esa oscuridad de los pobres...

Todo lo traga con un ronquido materno
esta madre de nadie
que siempre quiere más, me quiere a mí
que os miro desde mi ventana y os estoy queriendo.

Mañana,
mañana contaré a todos que he visto
a los hombres naranjas y brunos
detener un camión con sus voces
delante del hueso de una ciruela.
Mañana quiero ser igual que ellos,
como estos hombres que me han regalado
un sombrero blando
y bruñen hasta que existe el día,
y limpian para que amanezca.
Los fabricantes del agua,
que traen entre sus guantes
el huevo con el gallo dentro
que cantará cuando el futuro sea.

Iván Onia Valero

Moguer, octubre, 2019

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