domingo, 13 de octubre de 2019

El abrigo


Aquel abrigo me dio siempre un frío terrible.
Es algo prodigioso si se piensa,
como un astro cuadrado
o el origen de un idioma.

Asombros y prodigios nos ordenan sobre la Tierra.
Asombros y prodigios.

Carreteras que acaban que acaban de repente;
¿por qué el mar o el color rojo?
¿por qué la limpia locura del círculo?
Preguntas raras y asombrosas
como un abrigo que da frío.

Recuerdo que una vez encontré en los bolsillos
la arquitectura mínima de mi perra
muriéndose,
cuántas veces habré llorado desde entonces
encima de la lástima de un animal
que descubre la muerte.

Llevé este abrigo cuando vi a aquel hombre
irse borrando hasta quedarse unos
pies muy blancos que buscan bajo la mesa
la brasa de un recuerdo que le diga quién era
o en los aeropuertos, donde la gente
hace un ruido de ramas secas al separarse.

Me escarcha las axilas.
Me abraza con más de treinta ríos.

Este abrigo que sólo llevé en lo aciago,
cuando los días hacen una música
de ictericia y trompetas
con las cosas que se rompen.

Iván Onia Valero, de Hermanos de Nadie (Karima editora, 2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario