jueves, 3 de enero de 2019


Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.

En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de ira y de llanto
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me econtrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley

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