jueves, 15 de noviembre de 2018

Oda al cero


El cero es una horrible intimidad.
Allí Machado está diciendo fuentes.
Allí los pozos se mueren de deseo.
Es una libertad que nunca miente.

El cero quiso ser una gran letra:
La hierba que miraba el monasteriO.
El camino con lápiz hasta el lagO.
La carretera abierta del veranO
y la vocal cerrada del inviernO.

El cero siempre se abraza a sí mismo.
Una derecha que reza letanías.
La izquierda desterrada de lo útil.
Un llamador de brujas dormidas.

El cero quiso ser una gran letra:
El animal despierto de la manO.
La lengua que traza y borra el sueñO.
La naranja que crece en el misteriO.
El cero quiso ser número romanO.

No maldigan al cero.

Nunca lo llamen rosco o cerapio,
no amenacen con su corona simple.
En el cero sestea la serpiente.
El orgullo aburrido del portero.
La dignidad con humo del verdugo.
Es una viceversa áspera y caliente.

No maldigan jamás al cero.
No tiriten en su espalda absoluta.
Sin él, la perfección es sólo un nueve
y Messi y Maradona son arqueros.

Nunca maldigan al cero.

Piensen por un momento esto que les digo:
¿con qué vida soñaron una vez,
qué letra de aquel libro iban a ser?
-digan-
¿En qué número gris se han convertido?

Iván Onia Valero


















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