lunes, 10 de septiembre de 2018

La boheme (versión libre y ampliada)


Yo pasaba hambre,
te hablo de un tiempo
 – ya lo sabes –
inimaginable ahora que bebemos buen vino y vestimos tan bien.
Un poeta no puede comer todos los días, eso lo aprendimos entonces.
Yo tenía tres gatas en la barriga que de noche se posaban en los tejados
y se limpiaban los jugos y los malos poemas que me arañaban durante el día.
Después olían la sopa flotando en la ciudad iluminada y maullaban
– pobres hembras –
mi hambre hasta el amanecer.

Tú posabas desnuda
en aquel cuartito frío
, lleno de nada y de cuadros horribles que apenas daban
para el mendrugo de un sueño
y vaciabas una botella tras otra porque querías pintar el acordeón que nunca tuviste desde muy pequeña.

Cuando algún bistró,
a cambio de un plato caliente,
nos compraba un cuadro,
recitábamos versos
agrupados alrededor de la estufa
olvidando el invierno

y entonábamos muy bajito
´la boheme, la boheme´
con el estómago bailando una polka en su sótano,
tan alegre.

En Montmartre,
en Pont des arts,
en rue Dauphine...
jugando a ser Horacio y Lucía,
enhebrados por las plazas,
encontrándose la otra al uno,
la uno a la otro
y así,
una vez y una
y a la de tres, los dos.

Eso quería decir uno es feliz.
Eso quería decir eres tan bonita.
Eso quería decir esto es París y uno tiene veinte años,
y también,
esto es veinte años y uno es París.

Iván Onia Valero

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