sábado, 1 de septiembre de 2012

Si se escribe septiembre, aunque se escriba
con números romanos y tremendos,
el otoño amenaza lindamente
con tres o cuatro gotas de la nada,
de esas que empapan dedos indefensos
y nos llegan igual que una oración
llena de interrogantes llega a dios.

Si el olor de la lluvia en el asfalto
revienta el corazón como un clavel
en mitad de la noche, es que algo ocurre,
hay ángeles sin paraguas que nos despiertan
y nos enseñan la muerte un segundo
antes de que olvidemos lo soñado
y hay soledades que rasgan la piel
con el colmillo blanco de la mañana.

En verdad, si el otoño se retrasa,
siempre quedarán juzgados de guardia
a los que recurrir nocturnamente
o alguna profecía que nos salve,
como esa que habla de que si se escribe
lentamente
sep
tiem
bre
con los labios mojados en tu nombre,
tocan el timbre y eres tú
que regresas empapada.









Iván Onia Valero (2009)

2 comentarios:

  1. Yo lo escribo lentamente y lo pronuncio pero nada aún no sucede nada.

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    1. Sucederá. Como la lluvia de hoy, bendita lluvia.
      Alicia

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