sábado, 8 de septiembre de 2012

Caballo de Troya

Quise negarte, quise escapar
Antes de que fuera tarde:
Cerré las ventanas, tricé tus fotos,
Taché tu nombre de todas mis agendas,
Me llené de niebla las cuencas de los ojos.
Para no pensarte
Me emborraché de horas, de voces, de calles.
Pero tú, Caballo de Troya,
Ya habías tomado la ciudadela de mi entraña;
El virus suave de tu aliento
Fue consumiendo mis vísceras,
Y estallaste en el centro de mi pecho
Con la furia de un parto
O de una sinfonía.
Ya no tengo donde esconderme,
Ahora sólo puedo gritar que te amo,
Gritar tu cuerpo hasta que la voz me sangre,
Hasta que mi garganta no sea más
Que una pura llaga enamorada.















Antonio Sánchez Fernández
Cuadro: Caballo de Troya, de Daniel Romero

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