Un muelle lleno de otoño, sin música,
sólo la danza de gaviotas y agua
estrellándose contra las paredes.
Las luces palpitando sobre el mar
que anochece a las seis y se desangra
en un misterio limpio y repetido
a diario.
Pero yo no lo veré
otro día más porque aquí me quedo,
bajo este cielo que no aguanta tanta
belleza
-marinero dulce, alegre-.
Bajo este pueblo que tanto he amado.
No lloren, no investiguen esta muerte.
Si hallan mi cuerpo, si quieren abrirlo,
sólo encontrarán peces y palabras.
Iván Onia Valero (2007)
Fotografía: El ahogado. Hyppolite Bayard (1840)
No hay comentarios:
Publicar un comentario