domingo, 9 de octubre de 2011

Dominical













La tarde de domingo es un pingajo
del calendario con sangre de fiesta.
Aquí queda todo el polvo de las cosas
diarias que fueron y que nunca más
volverán a rajarnos la memoria.
Aquí quedan los huesos semanales
del lunes antiguo,
del martes sin chicha,
del miércoles galopante,
del jueves meridiano,
del viernes sin promesa,
del sábado sin noche.
De este presente de radio y de hierba
que nace con el rostro gris y duro,
anticipante de un tedio fraccionado
que empieza mañana.

Iván Onia Valero (2009)
Cuadro: Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte. Georges Seurat

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