La última tarde agosto
posee una gravedad espesa y burocrática,
sin soluciones ni tutía
para los bañistas o los fotógrafos,
ni tan siquiera
para aquellos que aguardan un milagro
en el calendario
que no los arroje a una realidad
sin gaviotas.
Esta última tarde entrega
-eso sí escrupulosamente envuelto-
un paquete de nostalgias tempranas
a sus últimos habitantes
y se despide con una sonrisa
seca de funcionario,
un hasta mañana sin convicciones
que va dejando en la playa inhóspita
un olor a tinta de sello
y a carpetazo limpio.
Iván Onia Valero
Lo mejor de este final de verano: que estás de vuelta, y contigo, la lluvia y tu poesía. Bienvenido.
ResponderEliminarGracias. La verdad es que la lluvia ha cumplido con su abrazo el primer día de vuelta, sin duda uno de los placeres que se echan de menos después de tanto verano.
ResponderEliminarHola, me ha encantado! Yo también escribo: http://flametender.wordpress.com
ResponderEliminarMuchas gracias, echaré un vistazo a esa página, un abrazo
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