sábado, 20 de agosto de 2011

Como éramos


















Como el cadáver del sueño que doblan las sábanas.
Como el corazón de barro que el agua transporta.
Como el fantasma que baila detrás del fuego.
Como el mordisco duro que la fruta guarda.
Como la boca negra que la rata espera.

Como la vanidad enferma del verano.
Como la eternidad ingenua de los perros.
Como la asignatura sucia de la luna.
Como el silencio con corbata de la muerte.
Como la espada sin labios de los faros.

Como las esperanzas que se dicen.
Como el dulce fusil de la mentira.
Como el conjuro inútil del deseo.

Como los artificios.
Como palabras.
Como éramos.
Exactos.
Leves.
Así.


Iván Onia Valero

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