domingo, 19 de septiembre de 2010

Viaje ascendente

Puedo escribir en tu empeine moreno
endecasílabos con letra limpia,
componer en el trapecio de piel
una canción para tus dedos fríos,
tus tobillos de naranjo.
Más tarde, viajar en el tren lento
de tus pantorrillas
y sacar la mano por la ventana
para recoger racimos de hinojo.
Una vez arribado a mi destino,
celebrar un pic-nic en la pradera
muscular que te sostiene y andar
rodeando el bíceps hasta
las bisagras inguinales.
Sobran las palabras para decir
qué predio azul hospedará mi cuerpo
de noche sin astros
hasta que en el vientre raso despunten
los primeros rayos de ombligo.
Con la mochila cargada de luz
partir, coronar las lomas rosadas
con el paso breve, la boca de sangre,
descender el bósforo de Clavícula
y subir la yugular hasta el labio,
-puerta última-
para escuchar cómo ha sido tu espera,
para que escuches mi viaje ascendente,
mi verso de cansancio endecasílabo.

Iván Onia Valero

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