jueves, 11 de febrero de 2021
Antología III
Mi sangre se expande y enriquece,
Una sangre de lluvia, estrellas, rocas y flores.
Una moneda que muestra al mundo con la vista tardía.
Esta sangre de hombre en la corteza y en el mar,
Tus acantilados de plancton fluyen del cielo.
Este amor en la profundidad.
El jardín de las delicias
¿Acaso es nada más que una zona de abismos y volcanes en
plena ebullición, predestinada a ciegas para las ceremonias de la
especie en esta inexplicable travesía hacia abajo? ¿O tal vez un
atajo, una emboscada oscura donde el demonio aspira la inocencia
y sella a sangre y fuego su condena en la estirpe del alma?¿ O tan
sólo quizás una región marcada como un cruce de encuentro
y desencuentro entre dos cuerpos sumisos como soles?
No. Ni vivero de la Perpetuación, ni fragua del pecado original,
ni trampa del instinto, por más que un solo viento exasperado
propague a la vez el humo, la combustión y la ceniza. Ni siquiera
un lugar, aunque se precipite el firmamento y haya un cielo que
huye, innumerable, como todo instantáneo paraíso.
A solas, sólo un número insensato, un pliegue en las membranas
de la ausencia, un relámpago sepultado en un jardín.
de la doble tiniebla, derribando con cada sacudida la nebulosa
maquinaria del planeta, poniendo en suspensión corolas como
labios, esferas como frutos palpitantes, burbujas donde late la
espuma de otro mundo, constelaciones extraídas vivas de su
prado natal, un éxodo de galaxias semejantes a plumas girando
locamente en el gran aluvión, en ese torbellino atronador que
ya se precipita por el embudo de la muerte con todo el universo
en expansión, con todo el universo en contracción para el parto
del cielo, y hace estallar de pronto la redoma y dispersa en la
sangre la creación.
El sexo, sí,
más bien una medida:
la mitad del deseo, que es apenas la mitad del amor.
(Olga Orozco)
Pero basta el deseo, el sobresalto del amor, la sirena del
viaje, y entonces es más bien un nudo tenso en torno al haz de
todos los sentidos y sus múltiples ramas ramificadas hasta el
árbol de la primera tentación, hasta el jardín de las delicias y
sus secretas ciencias de extravío que se expanden de pronto
de la cabeza hasta los pies igual que una sonrisa, lo mismo
que una red de ansiosos filamentos arrancados al rayo, la
corriente erizada reptando en busca del exterminio 0 la salida,
escurriéndose adentro, arrastrada por esos sortilegios que son
como tentáculos de mar y arrebatan con vértigo indecible
hasta el fondo del tacto, hasta el centro sin fin que se desfonda
cayendo hacia lo alto, mientras pasa y traspasa esa orgánica
noche interrogante de crestas y de hocicos y bocinas, con
jadeo de bestia fugitiva, con su flanco azuzado por el látigo
del horizonte inalcanzable, con sus ojos abiertos al misterio.
"Entre tus brazos
entre mis brazos
entre las blandas sábanas
entre la noche
tiernos
solos
feroces
entre la sombra
entre las horas
entre
un antes y un después".
(Idea Vilariño)
Gacela de la cueva rumorosa
No conozco cueva alguna
que tenga más recovecos
ni más ciervos, ni más hadas
que la tuya, amor mío,
que la mía.
(Carmen Díaz Margarit)
estate cerca de mi
porque sólo entonces
no tengo frío
el espacio es gélido
cuando pienso
en su extensión
y en la mía
entonces necesito
tus dos brazos cerrados
dos rayos del cosmos
Halina Poswiatowska (1935-1967)
"Te quiero y soy así.
Cuando desaparezca por el invisible abismo,
seguiré siendo la misma y diciéndote lo mismo".
(Gloria Fuertes)
Amargo es
el amor si está oculto
como el lirio estrellado
que en el campo en verano
florece entre malezas.
(Japón, s.Vll)
“Tú eres el color de mi sangre”
(Jeannette Winterson)
"En el momento de despertar
Antes de ponerme mi maquillaje
Digo una pequeña plegaria por ti
Mientras me peino,
Y me pregunto que vestido usaré,
Digo una pequeña plegaria por ti
Por siempre, por siempre, estarás en mi corazón
Y te amaré
Por siempre, por siempre, nunca nos separaremos
Oh, como te amo
Juntos, juntos, así es como debe ser
Vivir sin ti
Sería solo romperme el corazón".
"Que lo diga la noche.
Que digan que te quiero
las estrellas,
los rumores lejanos,
la distancia".
Jaime Sabines
SI CONOCIÉRAMOS EL PUNTO
Si conociéramos el punto
donde va a romperse algo,
donde se cortará el hilo de los besos,
donde una mirada dejará de encontrarse con otra mirada,
donde el corazón saltará hacia otro sitio,
podríamos poner otro punto sobre ese punto
o por lo menos acompañarlo al romperse.
Si conociéramos el punto
donde algo va a fundirse con algo,
donde el desierto se encontrará con la lluvia,
donde el abrazo se tocará con la vida,
donde mi muerte se aproximará a la tuya,
podríamos desenvolver ese punto como una serpentina
o por lo menos cantarlo hasta morirnos.
Si conociéramos el punto
donde algo será siempre ese algo,
donde el hueso no olvidará a la carne,
donde la fuente es madre de otra fuente,
donde el pasado nunca será pasado,
podríamos dejar sólo ese punto y borrar todos los otros
o guardarlo por lo menos en un lugar más seguro.
Roberto Juarroz
Mi altar pagano (por Percy Bysshe Shelley)
Mujer mía, mi altar pagano,
a la que taño y acaricio con dedos de luz,
mi joven bosque en que paso el invierno
mi neurótico, impuro y tierno emblema,
escribo tu aliento y anoto tu cuerpo
sobre papel pautado para música
y junto a tu oído prometo horóscopos recién creados
y te preparo una vez más para viajes por el mundo
y para una estancia en una Austria u otra
pero por dioses y constelaciones
la felicidad eterna se vuelve también mortalmente agotadora,
y yo no tengo casa, ni tengo cama,
ni siquiera flores de cumpleaños para ti
te anoto en un papel
mientras creces y floreces como orquídea de julio
En las barreras que carcomíamos (Anne Sexton)
Te pienso en la cama,
tu lengua mitad chocolate, mitad océano,
en las casas adonde llegas,
en tu cabeza con pelo de alambre,
en tus manos persistentes y también
en las barreras que carcomíamos, pues somos dos.
Cómo entras y tomas mi copa de sangre
y me unes y te llevas mi salmuera.
Estamos desvestidos. Desnudos hasta los huesos
y nadamos uno tras otro y remontamos y remontamos
el río, el río idéntico llamado Mío
y entramos juntos. Nadie está solo.
Tal vez solo una vez
Hubo una vez (y fueron tantas veces)
un hombre que adoraba a una mujer.
Hubo una vez (la vez fue muchas veces)
que una mujer a un hombre idolatraba.
Hubo una vez (lo fue muchas más veces)
una mujer y un hombre que no amaban
a aquel o aquella que los adoraban.
Hubo una vez (tal vez solo una vez)
una mujer y un hombre que se amaban.
Robert Desnos
Tus ojos y mis ojos queden juntos (por Carlos Germán Belli)
Nuestro amor no está en nuestros respectivos
y castos genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con pálpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor esperan que la muerte
se robe los huesos, el diente y la uña,
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos queden juntos,
mirándose ya fuera de sus órbitas,
más bien como dos astros, como uno.
"He vuelto mis ojos, convocados por ti. Esta tormenta que surge no retendrá mi espíritu, sino que lo exaltará. Todo mi cielo residió en tu pecho, y sólo allí encontraré la eternidad".
(Charlotte Brontë)
Cristales de tu ausencia acribillan mi voz,
que se esparce en la noche
por el glacial desierto de mi alcoba.
—Yo quisiera ser ángel y soy loba—.
Yo quisiera ser luminosamente tuya
y soy oscuramente mía.
(Gloria Fuertes)
Para entrar en tus sueños
Me gustaría verte dormir,
aunque podría no suceder.
Me gustaría mirarte
durmiendo. Me gustaría dormir
contigo, para entrar
en tus sueños mientras su suave ola oscura
se desliza por mi cabeza,
y para caminar contigo a través de ese resplandeciente
bosque tembloroso de hojas azules y verdes
con su sol diluido y sus tres lunas
hacia la cueva donde debes descender,
hacia el peor de tus miedos,
me gustaría darte la rama
de plata, la pequeña flor blanca, la única
palabra que va a protegerte
de la aflicción en el centro
de tus sueños, de la aflicción
en el centro. Me gustaría seguirte
otra vez por las largas
escaleras y convertirme
en el bote que te lleve remando con cuidado
de vuelta, una llama
en dos manos ahuecadas
hasta donde tu cuerpo descansa
junto al mío, y entras
en él tan fácilmente como en un respiro,
me gustaría ser el aire
que te habita solo por
un momento. Me gustaría pasar así de inadvertida
y ser así de necesaria.
(Margaret Atwood)
Como soy reina y fui mendiga, ahora
vivo en puro temblor de que me dejes,
y te pregunto, pálida, a cada hora:
¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!
Quisiera hacer las marchas sonriendo
y confiando ahora que has venido;
pero hasta en el dormir estoy temiendo
y pregunto entre sueños: «¿No te has ido?
(Gabriela Mistral)
Si mi flor me llamara… (por Juvencio Valle)
(Allá iría arrastrando azadas y regaderas,
jardinero celoso iría con mis botánicas,
todas mis herramientas de sueño y bolsillo:
mis cúpulas invernales para su débil talle,
y mis mojadas basílicas para que su frente
hallara como en un templo su reclinatorio.
Si hoy mismo me solicitara iría volando,
tomaría el tren del Sur para ir en su ayuda;
sé que el hacha se ha alzado contra su tienda,
aguijaría el caballo, llegaría como desvelado
con las manos en alto, antes que el huracán
se me adelantara apagándome su dulce llama).
Parezco todo un sabio
—de larguísima barba—
cuando
alguna tarde suelo
—por ver y por saber o por capricho—
examinar a fondo el heliotropo,
y cojo la flor y la levanto
como a una mariposa
entre el pulgar y el índice.
A contraluz, atento, la contemplo,
desde abajo la miro,
y ya un pequeño vaivén, un soplo de aire,
me echa sobre la cara
algún pétalo suelto
o el polvillo dorado
de su escondida luna.
La llevo hasta mi mesa
y sobre un libro abierto
la deposito;
allí, mi mínima víctima,
se me queda dispuesta y silenciosa:
cabellera cortada,
puñado de perfume.
Fruncido el entrecejo,
amurallado entre gruesos tratados,
vidrios de aumentos, lupas,
estudio a mi prisionera;
pero ella, como única defensa
—oh, poder de la gracia—,
perfumándome los ojos
me invalida.
(Juvencio Valle)
ALBADA
Somos como los siglos
antes de separarse.
Espera un poco más, amor,
que el mar está lloviéndose aún,
que no llegamos tarde.
Que ya no teme la semilla
caer sobre la roca,
y el silencio y la oscuridad se besan,
y mi mano te busca,
y hay otros en nosotros que se tocan
sus pieles encendidas.
Estar desnudos es venir de lejos
y siempre estar llegando.
Espera un poco más, amor,
que nada es poco para los que esperan tanto.
Que el aire se hará llama,
como la voz aliento,
como ahora es de noche
y el ojo mira a las estrellas,
y las estrellas miran hacia dentro.
(Abraham Gragera)
PERSISTENCIA
Todavía estás cerca
todavía aquí de este lado del mundo
hoy nos despierta lo que dicen las lluvias al caerse
las mismas lluvias bajo distintos techos
ellas saben
tan tropiezo la lluvia tan destino de gota persistente
azorados
todavía las oímos cerca
y ojalá
y entonces yo le pido a la lluvia que te alcance su manera
/tan blanda de estar ahí
de esperar mientras se fulminan las estrellas una a una
/delante nuestro
y los planetas cercanos se vuelven más y más abstractos
cómo alcanzar pregunto la persistencia firme de la gota
/en la piedra
tan certera tan blanda en la dureza creciente de los días
y sólo desearía hacer un hueco
hacer un hueco y entonces ahuecarte
y en ese hueco guardar algo de luz
(Raquel Jaduszliwer)
LILAS ACUÁTICAS FLORECEN
(El Emperador Wu, de Liang, 464-549, también llamado
Hsiao Tsu Yun)
Lilas acuáticas florecen en el Gran Río.
Rojo brillante sobre el agua verde.
Su color es el mismo que el de nuestros corazones.
Sus raíces toman un desvío.
Las nuestras no pueden ser separadas.
Hora de nacer (xv)
-Avanza, avanza...
-Yo avanzo...
Yo estoy. ¡Bajo! En ti me meto,
flor, más flor, más flor...¡mi llama!
Diminuta flor que fuiste
cuando al avanzar bajé:
total flor sin dimensiones
ahora -unidad de calor-
roja, me vas encendiendo
en ti, y enciendes un mundo
sin relación de corola
-sin forma tuya-, en acción.
Y avanzo, acabo el pistilo
Y te unifico "¡Ay, amor!".
Ay, amor, en tu regazo
-"¡Ay, amor!"-: rindo el sentido.
Duerme flor, más flor, más flor.
Duerme sin sueño. ¡No salgas!
Nuestra unión no acaba. Escucha...
En mañana mira, mira...
Ya el aire está modelando
la luz, y pesando el hueco
de los dos, ya concebidos
en flor de un ser que ya somos:
¡avanza! ¡avanza!...
-Yo avanzo...
Yo estoy. ¡Bajo! ¡En ti me quedo,
flor, más flor, más flor!: ¡Vivimos
gracia en gracias!...
-¿Al fin nacemos?
(Emilio Prados)
Ahora
Porque ahora paso mi mano sobre el envés de las hojas y sé leer
[su alfabeto
y si cierro los ojos oigo correr un río y es tu voz que despierta
porque mi cuerpo comienza ahora en ti y acaba más allá de la lluvia
donde alcanzan tus brazos y el miedo acuartelado no vigila
y sé llamar las cosas
de modo que éstas salten se desnuden
y todo sea reciente
para mis ojos que aman en tus ojos
porque en mi llanto crecen plantas carnívoras
y mi sangre palpita como una iguana abierta
porque ahora mi cuerpo recupera sus partes
y nace una piel nueva que derrota el verano
porque me has hecho respirar
(Piedad Bonnet)
DE AQUÍ A LA ETERNIDAD
Descubrir a Dios entre las sábanas
-no en el templo fariseo
ni en la altiva mezquita-
sábanas blancas
sudario del amor que te cubría
manto sagrado
iniciar la bienaventurada ascensión
de tu piel a la eternidad
de tu vientre al círculo celestial
sentir a Dios en tus húmedas cavidades
en el grito vertiginoso
de la jauría de tus vísceras
saber
que Dios está escondido entre las sábanas
sudoroso
consagrando tu sangre menstrual
elevando el cáliz de tu vientre
descubrir de pronto que Dios
era una diosa,
última ascesis,
de aquí a la eternidad.
(Cristina Peri Rossi)
La llave maestra
La luz de su cuarto me habla de él cuando no está,
me acompaña cuando tengo miedo,
y siempre tengo miedo porque soy valiente;
oye su paso sobre los mosaicos de la entrada
va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente
cuando lo espero, y siempre lo espero;
lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol,
lo mismo para el sol que la luna o la estrella.
Un tapiz forma la luz complicada
es la vida y siempre la vida.
Si me quedara ciega la vería con mis patas
o tal vez con mi frente cuando llega.
El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido
que cambia de oscuro en claro.
El tablero de la luz tiene varias llaves
pero una gobierna el resto:
se llama la llave maestra.
Del mismo modo el tablero de mi luz
tiene una sola llave que gobierna las otras
la llave que está en sus manos.
Apagaría todas las luces si quisiera
pero yo cierro los ojos para no ver
la oscuridad que podría ser luz
para no herirlo.
(Silvina Ocampo)
Yo pensé, vayamos lentamente con esto.
Es importante. Deberíamos pensarlo
en profundidad. Deberíamos dar
pequeños pasos meditados.
Pero, bendícenos, no lo hicimos.
(Mary Oliver)
"Si yo me atrevo
a mirar y a decir
es por tu sombra
unida tan suave
a mi nombre".
(Alejandra Pizarnik)
TIEMPOS
Siempre te amo por primera vez.
Siempre te amo la primera vez.
(Juan Gelman)
VII
Te amo hasta los límites extremos:
la yema palpitante de los dedos,
la punta vibratoria del cabello.
Creo en Ti con los párpados cerrados.
Creo en Tu fuego siempre renovado.
Mi corazón se ensancha por contener Tus ámbitos.
(Rosario Castellanos)
PAUSA
Me parecía que este día
sin ti
tenía que ser inquieto,
oscuro. Sin embargo está lleno
de una extraña dulzura, que aumenta
con el paso de las horas
igual que la tierra
después de un chubasco,
se queda sola en silencio para beberse
el agua caída,
y poco a poco
en sus venas más profundas
se siente penetrada.
La felicidad que ayer fue angustia,
tempestad,
vuelve ahora en breves
oleadas al corazón
como mar apaciguado.
Bajo el suave sol reaparecido brillan
cándidas ofrendas:
las conchas que la ola
dejó en la orilla.
Antonia Pozzi
Tu sabor se anticipa entre las uvas
que lentamente ceden a la lengua
comunicando azúcares intimos y selectos.
Tu presencia es el júbilo.
Cuando partes, arrasas jardines y transformas
la feliz somnolencia de la tórtola
en una fiera expectación de galgos.
Y, amor, cuando regresas
el ánimo turbado te presiente
como los siervos jóvenes la vecindad del agua.
(Rosario Castellanos)
Convulsa entre tus brazos como mar entre rocas,
rompiéndome en el filo del gozo o mansamente
lamiendo las arenas asoleadas.
Bajo tu tacto tiemblo
como un arco en tensión palpitante de flechas
y de agudos silbidos inminentes.
Mi sangre se enardece igual que una jauría
olfateando la presa y el estrago
pero bajo tu voz mi corazón se rinde
en palomas devotas y sumidas.
(Rosario Castellanos)
SIEMPRE CREÍ QUE SOLO LAS PALABRAS
Siempre creí que solo las palabras
salían de mi boca, y que eran ellas
las que lograban aplazar mi muerte.
Hoy sé que de mi boca sale un hilo,
transparente y tenaz como un insomnio,
que te ha atado a mi vida para siempre.
(Amalia Bautista)
Soliloquio final del amante interior
Luz, primera luz de la noche, como en un cuarto
En el que descansamos y, casi por nada, pensamos
Que el mundo imaginado es bien esencial.
Este es, por tanto, el más intenso rendez-vous.
Es en esta idea en la que nos recogemos,
Fuera de todas las indiferencias, en una sola cosa:
Dentro de una sola cosa, un solo chal
Que nos abriga bien, pues somos pobres, un calor,
Una luz, un poder, la milagrosa influencia.
Ahora, aquí, nos olvidamos el uno al otro y de nosotros.
Sentimos la oscuridad de un orden, una totalidad,
Un conocer, lo que arregló la cita,
Dentro de su vital circunscripción, en la mente.
Decimos: Dios y la imaginación son uno.
La candela más alta, que alta ilumina lo oscuro…
Y fuera de esta luz, de esta mente central,
Hacemos nuestra casa en el aire nocturno,
Donde estar los dos juntos es lo suficiente.
(Wallace Stevens)
la estrella centelleante es del ciprés la fruta
balanceando la noche lenta del verano;
la vida en sus velos desnuda por su ruta
despliega tu esplendor cada vez más cercano.
tu amor y mi amor, nuestros cuerpos y el latido,
serán nuevamente diversa infinidad;
la araña constante extiende su tejido
y el universo atroz teje la eternidad.
el mar sin mañana nos trae a la ribera,
nos lleva debajo de una puerta soñera;
en todo morirnos, en todo renacemos,
pero en el corazón de sed desconocida
amor y esperanza imaginan que vemos
de aquella muerte el astro engendrar esta vida.
(Marguerite Yourcenar)
"Yo existo en dos lugares,
aquí y donde tú estés".
(Margaret Atwood)
Deslumbramiento por el deseo
Instantáneo relámpago
tu aparición
Te asomas súbitamente
en un vértigo de fuego y música
por donde desapareces
Deslumbras mis ojos
y quedas en el aire
(Raúl Gómez Jattin)
Por rabioso fuego (por Clara Janés)
Y no por el hielo negro
y no por hielo
que sea muerte
por rabioso fuego
que prende ya en las raíces
del árbol
que desde el hondo desgarro
de la raíz de la tierra
me sostiene
eco que me vivifica
mientras entrego el aliento
voces en llamas
te llaman
desde mi fondo
de fuego lenguas
que no por hielo
que no por el hielo negro
tu acristalada blancura
cisne de amor
incandescente en mi canto
se aposenta
centellas voy hacia el aire
voy hacia ti llameando
que no por el hielo negro
cisne de aire
cisne de aire
y silencio.
ILÍCITO (1915)
Delante de las sombrías montañas, un suave, perdido lazo
de arco iris,
Y entre nosotros y eso, el trueno;
Y debajo, en el trigo verde, los peones
Parados como oscuros tocones, todavía en el trigo verde.
Tú estás cerca mío, y tus pies desnudos en sus sandalias,
Y a través del perfume de la madera desnuda del balcón
Distingo el perfume de tu pelo; así que ahora los ágiles
Rayos caen desde el cielo.
Abajo en el verde pálido, río-glacial flota
Una barca oscura a través del clima gris - ¿y adónde?
Los truenos rugen. Pero todavía nos tenemos el uno al otro.
Los desnudos rayos en el cielo vacilan
Y desaparecen. ¿Qué tenemos sino el uno al otro?
La barca se ha ido.
(D.H.Lawrence)
Adentro, más adentro...
Adentro, más adentro,
hasta encontrar en mí todas las cosas.
Afuera, más afuera,
hasta llegar a ti en todas las cosas.
secreto panteísmo.
Mi oración es así.
Tú estás en todo
y todo en mí.
Gerardo Diego
La dicha, qué es la dicha?
La dicha, qué es la dicha? (La palabra
no me hace feliz, dicho de paso). Yo diría
que es sencillamente ir contigo de la mano,
detenerse un momento porque un olor nos llama,
una luz nos recorre, algo que nos calienta
por dentro, que nos hace pensar que no es la vida,
la que nos lleva, sino que nosotros somos
la vida, que vivir es eso, sencillamente eso.
(José Antonio Muñoz Rojas)
XV
Amor, es necesario desear algo,
aunque sea la lluvia o la escarcha;
lo que no puede ser
es permanecer ante las montañas
sin dirigirles palabras cariñosas,
ver los ríos viajar continuamente
sin desearles buen viaje.
Hay que ser complaciente con todas las cosas,
las que existen y las que no existen.
No olvidar cuando salgamos
que no sabemos cuándo será el retorno,
y que puede presentarse la ocasión
de convidar a migajas de pan a los gorriones,
a pan y sal a los borregos,
que podemos ir a parar a la Arabia,
donde los camellos se mueren de sed,
y les salvaríamos la vida
si con la cartera y el portamonedas
hubiéramos puesto en nuestro bolsillo
un vaso,
que el agua ya se encargarán los cielos
de que no falte.
(José Antonio Muñoz Rojas)
"Si usted quiere saber donde está su corazón, mire dónde va su mente cuando se pasea".
(Walt Whitman)
Ciegos de luz bajo la sombra
contemplamos Aquello
sin forma ni figura,
invocamos a Aquello sin nombre.
El sol se pierde tras los árboles.
Rayos oblicuos pasan entre las hojas,
llegan hasta la orilla del estanque,
danzan, danzan
sobre el agua.
Claridad absorta en sí misma,
el brillo en tu mirada.
Y en esa luz
se cumple todo impulso.
Hemos estado desde siempre
bajo estos pabellones,
y la tersura de la hoja del baniano
habita nuestro tacto.
Elsa Cross
No moriré mientras tú vivas. Desesperadamente
mis raíces se alargan.
Eres agua y te busco.
Me revuelco como un pez en la tierra cuando tú pasas.
(Margarita Ferreras)
Revuelo
Mira que tu llegada
me ha aturdido los pájaros del alma...
Que tu sola mirada
causó revuelo a mis aves enlatadas...
Mi aletear insólito
se ha dejado escuchar con tu presencia.
Mira que temblorosas
buscan el nido y lloran el no hallarte.
Debes saber que han huido
sacudidas por los vientos inauditos
las golondrinas de mis sueños, lejos
desde que tú has venido.
Ven, encierra una a una
con amorosa mano las bandadas
que asustadizas vuelan
y por la tarde de la vida anidan
bajo tu alero, amor, y para siempre.
(Ángela Valle)
NOCTURNO
Déjame nadar por tus venas,
por tus ríos de sangre
y de saliva,
por tus mandíbulas de sombra,
por tus rincones tiernos,
por tus lentos respiros,
por tus ojos serenos,
por tus palabras tristes,
por tu sonrisa inquieta,
por tu marcha sobre el asfalto
turbio de las ciudades:
déjame serte.
Susana Thénon
Que haría yo sin tus flores
que haría yo sin esta permanencia
de tu gesto y tu lugar
Que haría yo si debiera pensar
en pérdida olvido y sobre todo final
Que haría yo si no tuviera
la certidumbre de tu memoria
Juana Bignozzi
Mi voz se fue amoldando a sus tejidos.
Se detuvo. Creyó no poder más
y continuó.
Conocí así un cauce
nunca antes descrito,
un lugar del que era parte
sin saberlo.
Al que volvió después.
Abrió sus puertas,
dio principio a los oídos.
Caracol de oleajes vigorosos,
saciaba todas las esperas
penetrando el cuerpo
en rojo intenso.
Luego tu voz ventisca,
desde las copas
de bosques invernales,
de huertos de la tundra,
desde el encino, el cedro,
y desde el tamarindo,
atravesaba a los despiertos
que caminan
saboreando
la melodiosa sequedad
del trueno.
(Pura López Colomé)
Recién aserrada
oliendo-a-limpio casa
dulce cedro rosado
tinte carnal
te amo
(Lorine Niedecker)
"¿Cómo lograste descubrir mi alma?"
(Friedrich Nietzsche)
Como ya nada puedo
imaginar por mí ─claro, entre luces
estoy viviendo, y el amor me agobia,
me emborracha, me enferma─,
quiero decir tan solamente
lo que me has enseñado, los secretos
que en mí vas alumbrando,
las pequeñas verdades que levantas
sobre mi viejo tiempo de ceniza.
Por ejemplo, de golpe me enseñaste
que hay muchas cosas mías en el mundo;
que soy rico. Que tengo en todas partes
lugares que, por ti, me pertenecen;
lugares, fechas, luces, que he tomado
sencillamente, porque en ellos
he pasado contigo,
y en ellos te has quedado para siempre.
Nunca pensé que hubiera tanta parte
de mi ternura en cosas, en momentos
que están y pasan cerca, a todas horas.
Hoy, por ti, me conmueven
las canciones de amor de un limosnero
que canta en el camión al que he subido,
y son tesoros míos incomparables
un cabello robado, un recordado
perfume, unas palabras, un pañuelo
con pintura de labios.
Me has enseñado que soy joven;
que puedo, sin temor, verte a los ojos
o besarte delante de las gentes.
Me tengo que reír con toda el alma
cuando recuerdo mi tristeza.
Hoy lo sé: soy alegre.
Me contentan el ruido y el silencio,
las noches me contentan y los días,
la voz, el cuerpo, el alma, me contentan.
Cuando me he despedido de ti,
después de un día de tenerte,
y camino de gusto por las calles,
ay, cómo compadezco
a los que tú no amas, que no saben.
Y me dan ganas de abrazarlos
a todos, de gritarles que la vida
es buena; que tú vives, que debemos
obligatoriametne ser felices.
O de echarme al suelo, boca arriba
con los ojos cerrados,
y cuando alguno llegue a preguntarme
si algo me pasa, contestar: “Es sólo
que soy feliz porque la quiero”.
Y tú, que tanto tiempo me ocultaste
lo que era yo, al sentirme
pensarás que soy bueno o que estoy loco,
y desde cerca o desde lejos
me mirarás compadecida,
y sonreirás tendiéndome la mano.
(Rubén Bonifaz Nuño)
(...)
si tu esquina de sol con ronda y piel de niño
si mi piel en silencio y mis raíces
si la noche y el árbol y su cielo
y las ventanas y un gato y la vereda
si todo de pronto mar abierto
me diera la mano
para encontrarte
ay
si tu forma de lluvia me mojara
(Roberto Jorge Santoro)
¿De qué modo te quiero? Pues te quiero
hasta el abismo y la región más alta
a que puedo llegar cuando persigo
los límites del Ser y el Ideal.
Te quiero en el vivir más cotidiano,
con el sol y a la luz de una candela.
Con libertad, como se aspira al Bien;
con la inocencia del que ansía gloria.
Te quiero con la fiebre que antes puse
en mi dolor y con mi fe de niña,
con el amor que yo creí perder
al perder a mis santos…
Con las lágrimas
y el sonreír de mi vida…
Y si Dios quiere,
te querré mucho más tras de la muerte.
(Elizabeth Barrett Browning)
Ves como te quiero
(Eto, kako te volim)
Ves, como te quiero: como aves
que salen de viaje a través del océano
sin tener en cuenta ni el tiempo ni la lejanía
ni las fuerzas necesarias
para cruzar el ancho mar,
sin preocuparse de las lluvias, tempestades, ni la furia
de los vientos
ni de dónde dormirán, ni de qué comerán
ni de si esperarán el alba en vida
ves, por qué te quiero: porque en mí despiertas
lo indecible y lo más fuerte de la vida
lo que y a ellos persigue hasta el cielo
anhelantes ante todo el calor
sin pensarlo, sin hacer cuentas, sin cobertura,
como una, va toda la bandada –
sólo extienden sus alas y vuelan al vacío
embelesados, igual que yo a tus ojos
sólo al sordo azul mirando
y vuelan así, creyendo
que llegarán
al final del
mundo
(Vinko Kalinic)
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