jueves, 11 de febrero de 2021

Antología III

Mi sangre se expande y enriquece, Una sangre de lluvia, estrellas, rocas y flores. Una moneda que muestra al mundo con la vista tardía. Esta sangre de hombre en la corteza y en el mar, Tus acantilados de plancton fluyen del cielo. Este amor en la profundidad. El jardín de las delicias ¿Acaso es nada más que una zona de abismos y volcanes en plena ebullición, predestinada a ciegas para las ceremonias de la especie en esta inexplicable travesía hacia abajo? ¿O tal vez un atajo, una emboscada oscura donde el demonio aspira la inocencia y sella a sangre y fuego su condena en la estirpe del alma?¿ O tan sólo quizás una región marcada como un cruce de encuentro y desencuentro entre dos cuerpos sumisos como soles? No. Ni vivero de la Perpetuación, ni fragua del pecado original, ni trampa del instinto, por más que un solo viento exasperado propague a la vez el humo, la combustión y la ceniza. Ni siquiera un lugar, aunque se precipite el firmamento y haya un cielo que huye, innumerable, como todo instantáneo paraíso. A solas, sólo un número insensato, un pliegue en las membranas de la ausencia, un relámpago sepultado en un jardín. de la doble tiniebla, derribando con cada sacudida la nebulosa maquinaria del planeta, poniendo en suspensión corolas como labios, esferas como frutos palpitantes, burbujas donde late la espuma de otro mundo, constelaciones extraídas vivas de su prado natal, un éxodo de galaxias semejantes a plumas girando locamente en el gran aluvión, en ese torbellino atronador que ya se precipita por el embudo de la muerte con todo el universo en expansión, con todo el universo en contracción para el parto del cielo, y hace estallar de pronto la redoma y dispersa en la sangre la creación. El sexo, sí, más bien una medida: la mitad del deseo, que es apenas la mitad del amor. (Olga Orozco) Pero basta el deseo, el sobresalto del amor, la sirena del viaje, y entonces es más bien un nudo tenso en torno al haz de todos los sentidos y sus múltiples ramas ramificadas hasta el árbol de la primera tentación, hasta el jardín de las delicias y sus secretas ciencias de extravío que se expanden de pronto de la cabeza hasta los pies igual que una sonrisa, lo mismo que una red de ansiosos filamentos arrancados al rayo, la corriente erizada reptando en busca del exterminio 0 la salida, escurriéndose adentro, arrastrada por esos sortilegios que son como tentáculos de mar y arrebatan con vértigo indecible hasta el fondo del tacto, hasta el centro sin fin que se desfonda cayendo hacia lo alto, mientras pasa y traspasa esa orgánica noche interrogante de crestas y de hocicos y bocinas, con jadeo de bestia fugitiva, con su flanco azuzado por el látigo del horizonte inalcanzable, con sus ojos abiertos al misterio. "Entre tus brazos entre mis brazos entre las blandas sábanas entre la noche tiernos solos feroces entre la sombra entre las horas entre un antes y un después". (Idea Vilariño) Gacela de la cueva rumorosa No conozco cueva alguna que tenga más recovecos ni más ciervos, ni más hadas que la tuya, amor mío, que la mía. (Carmen Díaz Margarit) estate cerca de mi porque sólo entonces no tengo frío el espacio es gélido cuando pienso en su extensión y en la mía entonces necesito tus dos brazos cerrados dos rayos del cosmos Halina Poswiatowska (1935-1967) "Te quiero y soy así. Cuando desaparezca por el invisible abismo, seguiré siendo la misma y diciéndote lo mismo". (Gloria Fuertes) Amargo es el amor si está oculto como el lirio estrellado que en el campo en verano florece entre malezas. (Japón, s.Vll) “Tú eres el color de mi sangre” (Jeannette Winterson) "En el momento de despertar Antes de ponerme mi maquillaje Digo una pequeña plegaria por ti Mientras me peino, Y me pregunto que vestido usaré, Digo una pequeña plegaria por ti Por siempre, por siempre, estarás en mi corazón Y te amaré Por siempre, por siempre, nunca nos separaremos Oh, como te amo Juntos, juntos, así es como debe ser Vivir sin ti Sería solo romperme el corazón". "Que lo diga la noche. Que digan que te quiero las estrellas, los rumores lejanos, la distancia". Jaime Sabines SI CONOCIÉRAMOS EL PUNTO Si conociéramos el punto donde va a romperse algo, donde se cortará el hilo de los besos, donde una mirada dejará de encontrarse con otra mirada, donde el corazón saltará hacia otro sitio, podríamos poner otro punto sobre ese punto o por lo menos acompañarlo al romperse. Si conociéramos el punto donde algo va a fundirse con algo, donde el desierto se encontrará con la lluvia, donde el abrazo se tocará con la vida, donde mi muerte se aproximará a la tuya, podríamos desenvolver ese punto como una serpentina o por lo menos cantarlo hasta morirnos. Si conociéramos el punto donde algo será siempre ese algo, donde el hueso no olvidará a la carne, donde la fuente es madre de otra fuente, donde el pasado nunca será pasado, podríamos dejar sólo ese punto y borrar todos los otros o guardarlo por lo menos en un lugar más seguro. Roberto Juarroz Mi altar pagano (por Percy Bysshe Shelley) Mujer mía, mi altar pagano, a la que taño y acaricio con dedos de luz, mi joven bosque en que paso el invierno mi neurótico, impuro y tierno emblema, escribo tu aliento y anoto tu cuerpo sobre papel pautado para música y junto a tu oído prometo horóscopos recién creados y te preparo una vez más para viajes por el mundo y para una estancia en una Austria u otra pero por dioses y constelaciones la felicidad eterna se vuelve también mortalmente agotadora, y yo no tengo casa, ni tengo cama, ni siquiera flores de cumpleaños para ti te anoto en un papel mientras creces y floreces como orquídea de julio En las barreras que carcomíamos (Anne Sexton) Te pienso en la cama, tu lengua mitad chocolate, mitad océano, en las casas adonde llegas, en tu cabeza con pelo de alambre, en tus manos persistentes y también en las barreras que carcomíamos, pues somos dos. Cómo entras y tomas mi copa de sangre y me unes y te llevas mi salmuera. Estamos desvestidos. Desnudos hasta los huesos y nadamos uno tras otro y remontamos y remontamos el río, el río idéntico llamado Mío y entramos juntos. Nadie está solo. Tal vez solo una vez Hubo una vez (y fueron tantas veces) un hombre que adoraba a una mujer. Hubo una vez (la vez fue muchas veces) que una mujer a un hombre idolatraba. Hubo una vez (lo fue muchas más veces) una mujer y un hombre que no amaban a aquel o aquella que los adoraban. Hubo una vez (tal vez solo una vez) una mujer y un hombre que se amaban. Robert Desnos Tus ojos y mis ojos queden juntos (por Carlos Germán Belli) Nuestro amor no está en nuestros respectivos y castos genitales, nuestro amor tampoco en nuestra boca, ni en las manos: todo nuestro amor guárdase con pálpito bajo la sangre pura de los ojos. Mi amor, tu amor esperan que la muerte se robe los huesos, el diente y la uña, esperan que en el valle solamente tus ojos y mis ojos queden juntos, mirándose ya fuera de sus órbitas, más bien como dos astros, como uno. "He vuelto mis ojos, convocados por ti. Esta tormenta que surge no retendrá mi espíritu, sino que lo exaltará. Todo mi cielo residió en tu pecho, y sólo allí encontraré la eternidad". (Charlotte Brontë) Cristales de tu ausencia acribillan mi voz, que se esparce en la noche por el glacial desierto de mi alcoba. —Yo quisiera ser ángel y soy loba—. Yo quisiera ser luminosamente tuya y soy oscuramente mía. (Gloria Fuertes) Para entrar en tus sueños Me gustaría verte dormir, aunque podría no suceder. Me gustaría mirarte durmiendo. Me gustaría dormir contigo, para entrar en tus sueños mientras su suave ola oscura se desliza por mi cabeza, y para caminar contigo a través de ese resplandeciente bosque tembloroso de hojas azules y verdes con su sol diluido y sus tres lunas hacia la cueva donde debes descender, hacia el peor de tus miedos, me gustaría darte la rama de plata, la pequeña flor blanca, la única palabra que va a protegerte de la aflicción en el centro de tus sueños, de la aflicción en el centro. Me gustaría seguirte otra vez por las largas escaleras y convertirme en el bote que te lleve remando con cuidado de vuelta, una llama en dos manos ahuecadas hasta donde tu cuerpo descansa junto al mío, y entras en él tan fácilmente como en un respiro, me gustaría ser el aire que te habita solo por un momento. Me gustaría pasar así de inadvertida y ser así de necesaria. (Margaret Atwood) Como soy reina y fui mendiga, ahora vivo en puro temblor de que me dejes, y te pregunto, pálida, a cada hora: ¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes! Quisiera hacer las marchas sonriendo y confiando ahora que has venido; pero hasta en el dormir estoy temiendo y pregunto entre sueños: «¿No te has ido? (Gabriela Mistral) Si mi flor me llamara… (por Juvencio Valle) (Allá iría arrastrando azadas y regaderas, jardinero celoso iría con mis botánicas, todas mis herramientas de sueño y bolsillo: mis cúpulas invernales para su débil talle, y mis mojadas basílicas para que su frente hallara como en un templo su reclinatorio. Si hoy mismo me solicitara iría volando, tomaría el tren del Sur para ir en su ayuda; sé que el hacha se ha alzado contra su tienda, aguijaría el caballo, llegaría como desvelado con las manos en alto, antes que el huracán se me adelantara apagándome su dulce llama). Parezco todo un sabio —de larguísima barba— cuando alguna tarde suelo —por ver y por saber o por capricho— examinar a fondo el heliotropo, y cojo la flor y la levanto como a una mariposa entre el pulgar y el índice. A contraluz, atento, la contemplo, desde abajo la miro, y ya un pequeño vaivén, un soplo de aire, me echa sobre la cara algún pétalo suelto o el polvillo dorado de su escondida luna. La llevo hasta mi mesa y sobre un libro abierto la deposito; allí, mi mínima víctima, se me queda dispuesta y silenciosa: cabellera cortada, puñado de perfume. Fruncido el entrecejo, amurallado entre gruesos tratados, vidrios de aumentos, lupas, estudio a mi prisionera; pero ella, como única defensa —oh, poder de la gracia—, perfumándome los ojos me invalida. (Juvencio Valle) ALBADA Somos como los siglos antes de separarse. Espera un poco más, amor, que el mar está lloviéndose aún, que no llegamos tarde. Que ya no teme la semilla caer sobre la roca, y el silencio y la oscuridad se besan, y mi mano te busca, y hay otros en nosotros que se tocan sus pieles encendidas. Estar desnudos es venir de lejos y siempre estar llegando. Espera un poco más, amor, que nada es poco para los que esperan tanto. Que el aire se hará llama, como la voz aliento, como ahora es de noche y el ojo mira a las estrellas, y las estrellas miran hacia dentro. (Abraham Gragera) PERSISTENCIA Todavía estás cerca todavía aquí de este lado del mundo hoy nos despierta lo que dicen las lluvias al caerse las mismas lluvias bajo distintos techos ellas saben tan tropiezo la lluvia tan destino de gota persistente azorados todavía las oímos cerca y ojalá y entonces yo le pido a la lluvia que te alcance su manera /tan blanda de estar ahí de esperar mientras se fulminan las estrellas una a una /delante nuestro y los planetas cercanos se vuelven más y más abstractos cómo alcanzar pregunto la persistencia firme de la gota /en la piedra tan certera tan blanda en la dureza creciente de los días y sólo desearía hacer un hueco hacer un hueco y entonces ahuecarte y en ese hueco guardar algo de luz (Raquel Jaduszliwer) LILAS ACUÁTICAS FLORECEN (El Emperador Wu, de Liang, 464-549, también llamado Hsiao Tsu Yun) Lilas acuáticas florecen en el Gran Río. Rojo brillante sobre el agua verde. Su color es el mismo que el de nuestros corazones. Sus raíces toman un desvío. Las nuestras no pueden ser separadas. Hora de nacer (xv) -Avanza, avanza... -Yo avanzo... Yo estoy. ¡Bajo! En ti me meto, flor, más flor, más flor...¡mi llama! Diminuta flor que fuiste cuando al avanzar bajé: total flor sin dimensiones ahora -unidad de calor- roja, me vas encendiendo en ti, y enciendes un mundo sin relación de corola -sin forma tuya-, en acción. Y avanzo, acabo el pistilo Y te unifico "¡Ay, amor!". Ay, amor, en tu regazo -"¡Ay, amor!"-: rindo el sentido. Duerme flor, más flor, más flor. Duerme sin sueño. ¡No salgas! Nuestra unión no acaba. Escucha... En mañana mira, mira... Ya el aire está modelando la luz, y pesando el hueco de los dos, ya concebidos en flor de un ser que ya somos: ¡avanza! ¡avanza!... -Yo avanzo... Yo estoy. ¡Bajo! ¡En ti me quedo, flor, más flor, más flor!: ¡Vivimos gracia en gracias!... -¿Al fin nacemos? (Emilio Prados) Ahora Porque ahora paso mi mano sobre el envés de las hojas y sé leer [su alfabeto y si cierro los ojos oigo correr un río y es tu voz que despierta porque mi cuerpo comienza ahora en ti y acaba más allá de la lluvia donde alcanzan tus brazos y el miedo acuartelado no vigila y sé llamar las cosas de modo que éstas salten se desnuden y todo sea reciente para mis ojos que aman en tus ojos porque en mi llanto crecen plantas carnívoras y mi sangre palpita como una iguana abierta porque ahora mi cuerpo recupera sus partes y nace una piel nueva que derrota el verano porque me has hecho respirar (Piedad Bonnet) DE AQUÍ A LA ETERNIDAD Descubrir a Dios entre las sábanas -no en el templo fariseo ni en la altiva mezquita- sábanas blancas sudario del amor que te cubría manto sagrado iniciar la bienaventurada ascensión de tu piel a la eternidad de tu vientre al círculo celestial sentir a Dios en tus húmedas cavidades en el grito vertiginoso de la jauría de tus vísceras saber que Dios está escondido entre las sábanas sudoroso consagrando tu sangre menstrual elevando el cáliz de tu vientre descubrir de pronto que Dios era una diosa, última ascesis, de aquí a la eternidad. (Cristina Peri Rossi) La llave maestra La luz de su cuarto me habla de él cuando no está, me acompaña cuando tengo miedo, y siempre tengo miedo porque soy valiente; oye su paso sobre los mosaicos de la entrada va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente cuando lo espero, y siempre lo espero; lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol, lo mismo para el sol que la luna o la estrella. Un tapiz forma la luz complicada es la vida y siempre la vida. Si me quedara ciega la vería con mis patas o tal vez con mi frente cuando llega. El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido que cambia de oscuro en claro. El tablero de la luz tiene varias llaves pero una gobierna el resto: se llama la llave maestra. Del mismo modo el tablero de mi luz tiene una sola llave que gobierna las otras la llave que está en sus manos. Apagaría todas las luces si quisiera pero yo cierro los ojos para no ver la oscuridad que podría ser luz para no herirlo. (Silvina Ocampo) Yo pensé, vayamos lentamente con esto. Es importante. Deberíamos pensarlo en profundidad. Deberíamos dar pequeños pasos meditados. Pero, bendícenos, no lo hicimos. (Mary Oliver) "Si yo me atrevo a mirar y a decir es por tu sombra unida tan suave a mi nombre". (Alejandra Pizarnik) TIEMPOS Siempre te amo por primera vez. Siempre te amo la primera vez. (Juan Gelman) VII Te amo hasta los límites extremos: la yema palpitante de los dedos, la punta vibratoria del cabello. Creo en Ti con los párpados cerrados. Creo en Tu fuego siempre renovado. Mi corazón se ensancha por contener Tus ámbitos. (Rosario Castellanos) PAUSA Me parecía que este día sin ti tenía que ser inquieto, oscuro. Sin embargo está lleno de una extraña dulzura, que aumenta con el paso de las horas igual que la tierra después de un chubasco, se queda sola en silencio para beberse el agua caída, y poco a poco en sus venas más profundas se siente penetrada. La felicidad que ayer fue angustia, tempestad, vuelve ahora en breves oleadas al corazón como mar apaciguado. Bajo el suave sol reaparecido brillan cándidas ofrendas: las conchas que la ola dejó en la orilla. Antonia Pozzi Tu sabor se anticipa entre las uvas que lentamente ceden a la lengua comunicando azúcares intimos y selectos. Tu presencia es el júbilo. Cuando partes, arrasas jardines y transformas la feliz somnolencia de la tórtola en una fiera expectación de galgos. Y, amor, cuando regresas el ánimo turbado te presiente como los siervos jóvenes la vecindad del agua. (Rosario Castellanos) Convulsa entre tus brazos como mar entre rocas, rompiéndome en el filo del gozo o mansamente lamiendo las arenas asoleadas. Bajo tu tacto tiemblo como un arco en tensión palpitante de flechas y de agudos silbidos inminentes. Mi sangre se enardece igual que una jauría olfateando la presa y el estrago pero bajo tu voz mi corazón se rinde en palomas devotas y sumidas. (Rosario Castellanos) SIEMPRE CREÍ QUE SOLO LAS PALABRAS Siempre creí que solo las palabras salían de mi boca, y que eran ellas las que lograban aplazar mi muerte. Hoy sé que de mi boca sale un hilo, transparente y tenaz como un insomnio, que te ha atado a mi vida para siempre. (Amalia Bautista) Soliloquio final del amante interior Luz, primera luz de la noche, como en un cuarto En el que descansamos y, casi por nada, pensamos Que el mundo imaginado es bien esencial. Este es, por tanto, el más intenso rendez-vous. Es en esta idea en la que nos recogemos, Fuera de todas las indiferencias, en una sola cosa: Dentro de una sola cosa, un solo chal Que nos abriga bien, pues somos pobres, un calor, Una luz, un poder, la milagrosa influencia. Ahora, aquí, nos olvidamos el uno al otro y de nosotros. Sentimos la oscuridad de un orden, una totalidad, Un conocer, lo que arregló la cita, Dentro de su vital circunscripción, en la mente. Decimos: Dios y la imaginación son uno. La candela más alta, que alta ilumina lo oscuro… Y fuera de esta luz, de esta mente central, Hacemos nuestra casa en el aire nocturno, Donde estar los dos juntos es lo suficiente. (Wallace Stevens) la estrella centelleante es del ciprés la fruta balanceando la noche lenta del verano; la vida en sus velos desnuda por su ruta despliega tu esplendor cada vez más cercano. tu amor y mi amor, nuestros cuerpos y el latido, serán nuevamente diversa infinidad; la araña constante extiende su tejido y el universo atroz teje la eternidad. el mar sin mañana nos trae a la ribera, nos lleva debajo de una puerta soñera; en todo morirnos, en todo renacemos, pero en el corazón de sed desconocida amor y esperanza imaginan que vemos de aquella muerte el astro engendrar esta vida. (Marguerite Yourcenar) "Yo existo en dos lugares, aquí y donde tú estés". (Margaret Atwood) Deslumbramiento por el deseo Instantáneo relámpago tu aparición Te asomas súbitamente en un vértigo de fuego y música por donde desapareces Deslumbras mis ojos y quedas en el aire (Raúl Gómez Jattin) Por rabioso fuego (por Clara Janés) Y no por el hielo negro y no por hielo que sea muerte por rabioso fuego que prende ya en las raíces del árbol que desde el hondo desgarro de la raíz de la tierra me sostiene eco que me vivifica mientras entrego el aliento voces en llamas te llaman desde mi fondo de fuego lenguas que no por hielo que no por el hielo negro tu acristalada blancura cisne de amor incandescente en mi canto se aposenta centellas voy hacia el aire voy hacia ti llameando que no por el hielo negro cisne de aire cisne de aire y silencio. ILÍCITO (1915) Delante de las sombrías montañas, un suave, perdido lazo de arco iris, Y entre nosotros y eso, el trueno; Y debajo, en el trigo verde, los peones Parados como oscuros tocones, todavía en el trigo verde. Tú estás cerca mío, y tus pies desnudos en sus sandalias, Y a través del perfume de la madera desnuda del balcón Distingo el perfume de tu pelo; así que ahora los ágiles Rayos caen desde el cielo. Abajo en el verde pálido, río-glacial flota Una barca oscura a través del clima gris - ¿y adónde? Los truenos rugen. Pero todavía nos tenemos el uno al otro. Los desnudos rayos en el cielo vacilan Y desaparecen. ¿Qué tenemos sino el uno al otro? La barca se ha ido. (D.H.Lawrence) Adentro, más adentro... Adentro, más adentro, hasta encontrar en mí todas las cosas. Afuera, más afuera, hasta llegar a ti en todas las cosas. secreto panteísmo. Mi oración es así. Tú estás en todo y todo en mí. Gerardo Diego La dicha, qué es la dicha? La dicha, qué es la dicha? (La palabra no me hace feliz, dicho de paso). Yo diría que es sencillamente ir contigo de la mano, detenerse un momento porque un olor nos llama, una luz nos recorre, algo que nos calienta por dentro, que nos hace pensar que no es la vida, la que nos lleva, sino que nosotros somos la vida, que vivir es eso, sencillamente eso. (José Antonio Muñoz Rojas) XV Amor, es necesario desear algo, aunque sea la lluvia o la escarcha; lo que no puede ser es permanecer ante las montañas sin dirigirles palabras cariñosas, ver los ríos viajar continuamente sin desearles buen viaje. Hay que ser complaciente con todas las cosas, las que existen y las que no existen. No olvidar cuando salgamos que no sabemos cuándo será el retorno, y que puede presentarse la ocasión de convidar a migajas de pan a los gorriones, a pan y sal a los borregos, que podemos ir a parar a la Arabia, donde los camellos se mueren de sed, y les salvaríamos la vida si con la cartera y el portamonedas hubiéramos puesto en nuestro bolsillo un vaso, que el agua ya se encargarán los cielos de que no falte. (José Antonio Muñoz Rojas) "Si usted quiere saber donde está su corazón, mire dónde va su mente cuando se pasea". (Walt Whitman) Ciegos de luz bajo la sombra contemplamos Aquello sin forma ni figura, invocamos a Aquello sin nombre. El sol se pierde tras los árboles. Rayos oblicuos pasan entre las hojas, llegan hasta la orilla del estanque, danzan, danzan sobre el agua. Claridad absorta en sí misma, el brillo en tu mirada. Y en esa luz se cumple todo impulso. Hemos estado desde siempre bajo estos pabellones, y la tersura de la hoja del baniano habita nuestro tacto. Elsa Cross No moriré mientras tú vivas. Desesperadamente mis raíces se alargan. Eres agua y te busco. Me revuelco como un pez en la tierra cuando tú pasas. (Margarita Ferreras) Revuelo Mira que tu llegada me ha aturdido los pájaros del alma... Que tu sola mirada causó revuelo a mis aves enlatadas... Mi aletear insólito se ha dejado escuchar con tu presencia. Mira que temblorosas buscan el nido y lloran el no hallarte. Debes saber que han huido sacudidas por los vientos inauditos las golondrinas de mis sueños, lejos desde que tú has venido. Ven, encierra una a una con amorosa mano las bandadas que asustadizas vuelan y por la tarde de la vida anidan bajo tu alero, amor, y para siempre. (Ángela Valle) NOCTURNO Déjame nadar por tus venas, por tus ríos de sangre y de saliva, por tus mandíbulas de sombra, por tus rincones tiernos, por tus lentos respiros, por tus ojos serenos, por tus palabras tristes, por tu sonrisa inquieta, por tu marcha sobre el asfalto turbio de las ciudades: déjame serte. Susana Thénon Que haría yo sin tus flores que haría yo sin esta permanencia de tu gesto y tu lugar Que haría yo si debiera pensar en pérdida olvido y sobre todo final Que haría yo si no tuviera la certidumbre de tu memoria Juana Bignozzi Mi voz se fue amoldando a sus tejidos. Se detuvo. Creyó no poder más y continuó. Conocí así un cauce nunca antes descrito, un lugar del que era parte sin saberlo. Al que volvió después. Abrió sus puertas, dio principio a los oídos. Caracol de oleajes vigorosos, saciaba todas las esperas penetrando el cuerpo en rojo intenso. Luego tu voz ventisca, desde las copas de bosques invernales, de huertos de la tundra, desde el encino, el cedro, y desde el tamarindo, atravesaba a los despiertos que caminan saboreando la melodiosa sequedad del trueno. (Pura López Colomé) Recién aserrada oliendo-a-limpio casa dulce cedro rosado tinte carnal te amo (Lorine Niedecker) "¿Cómo lograste descubrir mi alma?" (Friedrich Nietzsche) Como ya nada puedo imaginar por mí ─claro, entre luces estoy viviendo, y el amor me agobia, me emborracha, me enferma─, quiero decir tan solamente lo que me has enseñado, los secretos que en mí vas alumbrando, las pequeñas verdades que levantas sobre mi viejo tiempo de ceniza. Por ejemplo, de golpe me enseñaste que hay muchas cosas mías en el mundo; que soy rico. Que tengo en todas partes lugares que, por ti, me pertenecen; lugares, fechas, luces, que he tomado sencillamente, porque en ellos he pasado contigo, y en ellos te has quedado para siempre. Nunca pensé que hubiera tanta parte de mi ternura en cosas, en momentos que están y pasan cerca, a todas horas. Hoy, por ti, me conmueven las canciones de amor de un limosnero que canta en el camión al que he subido, y son tesoros míos incomparables un cabello robado, un recordado perfume, unas palabras, un pañuelo con pintura de labios. Me has enseñado que soy joven; que puedo, sin temor, verte a los ojos o besarte delante de las gentes. Me tengo que reír con toda el alma cuando recuerdo mi tristeza. Hoy lo sé: soy alegre. Me contentan el ruido y el silencio, las noches me contentan y los días, la voz, el cuerpo, el alma, me contentan. Cuando me he despedido de ti, después de un día de tenerte, y camino de gusto por las calles, ay, cómo compadezco a los que tú no amas, que no saben. Y me dan ganas de abrazarlos a todos, de gritarles que la vida es buena; que tú vives, que debemos obligatoriametne ser felices. O de echarme al suelo, boca arriba con los ojos cerrados, y cuando alguno llegue a preguntarme si algo me pasa, contestar: “Es sólo que soy feliz porque la quiero”. Y tú, que tanto tiempo me ocultaste lo que era yo, al sentirme pensarás que soy bueno o que estoy loco, y desde cerca o desde lejos me mirarás compadecida, y sonreirás tendiéndome la mano. (Rubén Bonifaz Nuño) (...) si tu esquina de sol con ronda y piel de niño si mi piel en silencio y mis raíces si la noche y el árbol y su cielo y las ventanas y un gato y la vereda si todo de pronto mar abierto me diera la mano para encontrarte ay si tu forma de lluvia me mojara (Roberto Jorge Santoro) ¿De qué modo te quiero? Pues te quiero hasta el abismo y la región más alta a que puedo llegar cuando persigo los límites del Ser y el Ideal. Te quiero en el vivir más cotidiano, con el sol y a la luz de una candela. Con libertad, como se aspira al Bien; con la inocencia del que ansía gloria. Te quiero con la fiebre que antes puse en mi dolor y con mi fe de niña, con el amor que yo creí perder al perder a mis santos… Con las lágrimas y el sonreír de mi vida… Y si Dios quiere, te querré mucho más tras de la muerte. (Elizabeth Barrett Browning) Ves como te quiero (Eto, kako te volim) Ves, como te quiero: como aves que salen de viaje a través del océano sin tener en cuenta ni el tiempo ni la lejanía ni las fuerzas necesarias para cruzar el ancho mar, sin preocuparse de las lluvias, tempestades, ni la furia de los vientos ni de dónde dormirán, ni de qué comerán ni de si esperarán el alba en vida ves, por qué te quiero: porque en mí despiertas lo indecible y lo más fuerte de la vida lo que y a ellos persigue hasta el cielo anhelantes ante todo el calor sin pensarlo, sin hacer cuentas, sin cobertura, como una, va toda la bandada – sólo extienden sus alas y vuelan al vacío embelesados, igual que yo a tus ojos sólo al sordo azul mirando y vuelan así, creyendo que llegarán al final del mundo (Vinko Kalinic)

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