domingo, 27 de octubre de 2019
Grand Jeté
Un firme puntapié en la corva, a veces persiste esa sensación
cuando me inclino por encima de ti hacia atrás sin tener que detener
ningún hueso de este blando cuerpo. Mi espina dorsal no se quiebra,
vigoroso tallo de bambú que me induce a inclinarme tanto
que puedo continuar así hasta que vuelves a besar una curvatura
de mis extremidades. Flanco con flanco viramos el uno en el otro,
viramos más allá de nuestros mutuos confines y al final confundo
dónde el cuerpo pasa a ser paisaje. Hasta donde alcanza la vista
hay llanura y detrás de la vista cada uno se abisma en el otro
en la linde de esta elástica vivienda que se llama piel.
Extenso instante en una cajita a través de una mirilla.
Cuando le damos cuerda se reproduce de nuevo:
bailarina con un brazo en alto hace con el otro un cuenco
donde te vuelves líquido. Aquello que creías pasajero
lo mantendremos durante años hasta el punto en que tanto
nos inclinemos tanto nos inclinemos que el bambú se quiebre.
Charlotte Van den Broeck
Fotografía de Edgar Degas
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