
Te quiero porque un vestido tuyo se hundió al sur de Terranova y con sus mangas aún saluda a los ahogados del Titanic.
Te quiero porque tu corazón es un hueco en la escalera donde los gorriones se saben reyes de Francia.
Te quiero porque tienes buenas piernas; glúteos, isquiotibiales, cuádriceps y gemelos que te hacen cruzar media ciudad si soy yo el que te llama.
Te quiero porque no te ves cogerte la cabeza y elevarla para ofrecérmela, igual que Judith quería la de Holofernes.
Te quiero porque casi nunca estás y me enamoro de las sillas vacías.
Te quiero porque me crees si te digo que Dios vive dentro en una higuera.
Iván Onia Valero
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