viernes, 30 de noviembre de 2018


Ayer presenté El hijo (de Sharon Olds) en La Tragonería junto a Juan Merayo, responsable de Bodegas  Merayo, maridando la palabra y el vino.

EL VASO

Recuerdo el vaso con asombro: todo el fin de semana
lleno de moco y pus sobre la mesa, frente a mi padre
SHARON OLDS


En el poema El vaso, Sharon Olds
habla de forma cruda, con metáforas
orgánicas y llanas, de las flemas
y gargajos de su padre muriéndose.
Posados en un vaso, sobre la mesa,
cambiando el tono según las luces;
mocos, pus, toses, verdes y amarillas.
La espesura de un hombre abandonando el mundo.

El tapón mucoso es una estructura
gelatinosa que cierra el cuello del útero.
Se forma durante la cuarta y la sexta
semana de embarazo
y su desprendimiento indica
la proximidad del parto.

Como a un timbre traslúcido llamamos
a las puertas de la vida,
atravesando ese cuajarón se llega.
Como línea de meta
de un corredor que viene desde muy lejos,
embadurnado de aceites oscuros,
exhausto y tierno, sin habla.
Una materia enclenque a la que limpian
y aspiran para borrar el camino
de grasas y pingajos por donde ha venido.

Indeleble, algo ha de quedarnos dentro;
una blandura madre, un moco prístino,
la génesis de la baba en la que nadábamos
y que, en nuestra hora última,
devolvemos al mundo en un vaso
de gargajos y esfuerzos casi póstumos.
Fosforescencia de la despedida.
Ese gesto final de la memoria.

Iván Onia Valero, de El hijo (de Sharon Olds) Maclein y Parker, 2018


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