sábado, 11 de febrero de 2023

Antología IV

 












ÉL


Él es un céntimo minúsculo oculto

   En el pozo de la esperanza

Él es lo rojo del sol una mañana

   El último color que quiero perder

Él es lo que en el temprano trébol 

   Temprano encuentro sin buscar

Él es una grieta en la tierra invernal

   Terca primavera y boca hecha agua

Besos chapoteando

   

Él es en poderoso exorcista del horror

   Que llora con el consuelo del pájaro

Él es la cuesta arcillosa que se endurece

   Por la larga batalla del sol con su cuerpo

   Donde incuban las parejas de golondrinas

Él es revuelo de alas el primer

   Encuentro con el aire azul de la mañana

Él está cantando y pico contra pico

La tierra atrapa su ventana y se mece

   Y chirría con el tiempo

La tierra agarra a su pájaro y lo empareda

   En lo gris

La tierra encierra su pozo en

   Una caja blindada

La tierra devora el pico ardiente

   Cuando el pájaro solar cae

   

No quiero avergonzarme de

   Mi esperanza en los muertos

No quiero avergonzarme de

   Tener esperanza en la esperanza de mi amado

Llevo su poderosa canción solar

   La mañana encuentro efímero 

Abro la ventana de mi amor

   Y aspiro el olor de la tierra

   Que es nosotros y esperanza efímera

Aun así tenemos esperanza


(Inger Christensen)






Avanzas entre las sombras apostadas,


Abriendo las aguas.


La cualidad de la diferencia entre lo que eres y lo que no es tú flota en el aire,

Te precede y por eso no te tocan los ojos hechos al barro,

Los dientes de los ojos enrojecidos por el deseo impotente,

Ni te piden limosna los mendigos


Salvo yo


Que desafío a todos los párpados con la constancia de verte


Que amanezco otra vez

                     En cada vez

                                                                                              Que se me da mirarte


(Sofía Rhei)





Con membrillos maduros

Perfumo los armarios.

Tiene toda mi ropa

Un aroma frutal que da a mi cuerpo

Un constante sabor a primavera.

Cuando de los estantes

Pulidos y profundos

Saco un brazado blanco

De ropa íntima,

Por el cuarto se esparce 

Un ambiente de huerto.

¡Parece que tuviera en mis armarios

Preso al verano!

Ese perfume es mío. Besarás mil hombres

Jóvenes y amorosos, mas ninguno

Te dará esta impresión de amor a agreste

Que yo te doy.

Por eso, en mis armarios

Guardo frutas maduras

Y entre los pliegues de mi ropa íntíma

Escondo, con manojos secos de vetiver,

Membrillos redondos y pintones.

Mi piel está impregnada

De esa fragancia viva.

Besarás mil hombres , mas ninguno

Te dará esta impresión de arroyo y selva

Que yo te doy.


Juana de Ibarbourou

Del libro: “Raiz Salvaje”





Algo evidente


Henos aquí, amantes desnudos,

Bellos -y mucho- para nosotros mismos,

Sólo cubiertos con hojas de párpados,

Recostados en una noche profunda.


Pero saben ya de nosotros, saben,

Estas cuatro esquinas, este quinto horno,

Esas sombras sagaces sentadas en las sillas

Y la mesa con su muy significativo silencio.


Y saben los vasos por qué, en el fondo,

El té se enfría sin que nadie se lo tome.

Swift ya no tiene ninguna esperanza,

Nadie lo leerá esta noche.


¿Y los pájaros? No te hagas ilusiones:

Ayer vi cómo en el cielo

Escribían abierta y claramente

El nombre con el que te llamo.

¿Y los árboles? Dime qué quiere decir

Su murmullo infatigable.

Dices: tal vez el viento tenga a bien saber.

¿Y cómo supo el viento de lo nuestro?


Entra por la ventana una mariposa nocturna

Y con sus alas velludas

Ensaya despegues y aterrizajes

Zumbando terca sobre nuestras cabezas.


¿Acaso no ve más que nosotros

Con agudeza de su vista de insecto?

Yo no lo presentí, tú no lo adivinaste:

Nuestros corazones brillan en la oscuridad.


Wislawa Szymborska.







LUNA DE MIEL


Han visto los Países Bajos, vuelven a Tierras Altas;

Pero una noche de verano, helos aquí Ravena,

Muy cómodos entre dos sábanas, donde doscientas pulgas;

El sudor estival y un fuerte olor a perra.


Están de espaldas, con las rodillas separadas,

Cuatro piernas hinchadas de mordiscos.

Echan atrás las sábanas y usan mejor las uñas.

A menos de una legua está San Apolinario-

En -Clase, una basílica para conocedores,

Capiteles de acanto que agita el viento.

Tomarán el tren horario a las ocho y de Padua

Llevarán sus miserias a Milán,

Donde se hallan la Cena y un restaurant barato.

Él piensa en las propinas, saca cuentas.

Habrán visto Suiza y atravesado Francia.

Y San Apolinario, derecho y ascético,

Vieja fábrica de Dios desvinculada, guarda

Todavía en sus piedras derrumbándose la forma precisa de Bizancio.


(T.S.Eliot)







SONETO VII


El rostro del mundo entero se ha alterado, creo,

Desde la primera vez que oí los pasos de tu alma

Moviéndose despacio, oh, tan despacio, despacio, a mi lado,

Alejándome de la espantosa frontera exterior


De la muerte inevitable, donde pensaba hundirme;

Me cautivó el amor, y me enseñó el conjunto

De la vida a un nuevo ritmo. De la copa de amargura

Que dios me entregó al ser bautizada, estoy dispuesta a


Beber, y a tu lado, cariño, alabaré su dulzura.

Los nombres de los países y del cielo cambian

Según donde estés o vayas a estar, aquí o allí,


Y estos… este laúd y esta canción que ayer tanto anhelaba

(bien lo saben los ángeles cantores) hoy solo los quiero

Si tu nombre se agita en todo lo que dicen.


(Elizabeth Barrett Browning)








Ceder


La reconciliación de la oscuridad y la luz

No es la sombra,

Como la ciénaga no es

La reconciliación entre el mar y la tierra.

Tiende tu mano en el sueño

Y no respires hasta que no alcances 

La punta de mis dedos suspendida hacia ti

Sobre el vacío;

Solo nuestros brazos

Pueden aún formar puentes

Mientras sueñan.


Ana Blandiana






Antes de existir, hablar

Ya crecías en mi alma

Entendía tus vocablos

—por milenios la soledad

Fue mi amante

Sus estrellas hacían

Al deseo esperar

Antes de conocerte

Inhalaba tu perfume

Abarcaba tu ser

Dibujaba un círculo

Alrededor nuestro

De bienaventuranza

Y protección

Ya saboreaba tus labios

Tu cuerpo

Una bola de fuego

Me recorría lento


—los pájaros

Presagian vuelo

Antes de tu partida

Nunca dije

Adiós.


(Eva Petropoulou Lianoy)








EL PUENTE


Si me dicen que estás al otro lado

De un puente, por extraño que parezca

Que estés al otro lado y que me esperes,

Yo cruzaré ese puente.

Dime cuál es el puente que separa

Tu vida de la mía,

En qué hora negra, en qué ciudad lluviosa,

En qué mundo sin luz está ese puente,

Y yo lo cruzaré.


(Amalia Bautista)





ELEGÍA


Era tuya, quizás, antes de conocerte.

Mi vida, al tomar forma, a la tuya fue prometida;

Tu nombre me lo dijo, al turbarme de improviso.

Tu alma, en él oculta, se reveló a la mía.

Un buen día lo oí y la voz perdí;

Lo escuché largo tiempo, responder olvidé.

Y mi ser, con el tuyo, se fusionó al instante.

Creí que me nombraban por primera vez.

¿Sabías de ese prodigio? ¡Pues bien! Sin conocerte, gracias a él intuí a mi amante y señor,

Y lo reconocí en tus primeros acentos,

Cuando mis melancólicos días iluminaste.

Palidecí al oírte, se entornaron mis ojos;

Con una muda mirada nuestras almas se besaron;

En esa profunda mirada se reveló tu nombre,

Y sin preguntarlo, me dije: ¡Ahí está!

Desde entonces se apoderó de mi asombrado oído; a él se sometió, a él se encadenó,

Expresaba por él mis más dulces afectos;

Lo uní al mío para rubricar mis promesas.

Por doquier leía ese nombre lleno de encantos,

Y lágrimas vertía:

De un mágico encanto siempre aureolado,

A mis ojos deslumbrados se ofrecía coronado.

Lo escribí… muy pronto no osé ya escribirlo.

Y mi tímido amor lo tornó sonrisa,

Me buscaba de noche, acunaba mis sueños;

Seguía oyéndolo cuando me despertaba:

Vagaba en mi aliento y, cuando suspiro,

Es él quien me acaricia, por quien mi corazón respira. ¡Nombre amado! ¡Admirable! ¡De mi destino oráculo! ¡Ay! ¡Cómo me gustas, cómo tu gracia me atrapa! Me has anunciado la vida y, unido en la muerte

Como un último beso, cerrarás tú mi boca.


(Marceline Desbordes-Valmores, 1822)








Esto

Es sólo para ti para mí

No le diremos nada

Nada a nadie

Nos vamos a detener

Bien quietos

Como si no pasara nada

Entre tú

Y yo


Y quién va a ver

Mi mano

Tu mano

Mandarse un beso

Que ni la boca ve


Y quién va a oír

La loca mudez

De nuestro amor?


(Clarisse Nicoïdski)






El instante dejó de ser instante,

El lugar era nuestra mirada,

Los aires blancos,

La inmensidad

Donde ese hilo de oro

Destellaba.


(Clara Janés)



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