martes, 31 de marzo de 2020

Pequeña tarantela nocturna


Quema la Luna allá en el cielo y yo ardo
si no la miro.
Fuego que se consume, como mi corazón pensando en los caballos.
El alma llora un dolor en la edad de las tizas.
No hay paz, qué noche tan oscura la de las madres perdidas.
El tiempo pasa
el incendio blanco que ella trajo nunca termina.

No habría más Sol si jamás hubiese regresado desde siempre.

La tierra arde y me quema el corazón
pequeño, mineral, diurno...

Qué sed de agua la tierra tiene.
Y yo, qué sed de amor tuve.
Hubo un tiempo en que fui grande
como la hormiga del sueño
y la lluvia lavaba mis edades.
A ti te canto ahora
la pequeña tarantela del que arde,
hasta el fin de los días conocidos,
la breve canción
del que ya no sabe dormir.

Iván Onia Valero

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