sábado, 21 de septiembre de 2019

Land Rover


Ya sólo duras por lo que recuerdas
J.M CABALLLERO BONALD


A mi tío,
que ya no sabía quién era en las fotografías


Las curvas que llevaban al domingo
guardaban flores de oro en las cunetas.
Son el brazo amputado de la infancia,
el paraíso roto de la siembra.
Éramos domingo en la carretera,
un enjambre de primos que restaban
los kilómetros al sabor del cloro
y hundían la semana en la piscina.
Allí aprendimos el beso de los higos,
la electricidad verde de la ortiga.
Aprendimos de la sandía abierta
la herida por la que cae la tarde
con el sudor redondo de la siesta,
tocamos la garganta de los grillos,
supimos que hay motores que encendían
la verja negra de la despedida
y nos traían la mortalidad
y el caballo del sueño.

Ocurre siempre que la valentía
se parece a morder una manzana
roja mirando a los ojos del tiempo
y la venganza se parece al óxido.
Por eso no jugamos ya con la
herrumbre de la muerte y nos asombra
ver los buitres que anidan hambrientos
desahuciando el verano de los ojos.

Por eso, porque es tan difícil ver
a nuestros padres derrotados todas
las veces que creyeron ser valientes,
ver que los años viajan en Land Rover
y se alejan de vuelta contando luces,
aviones elevándose sin párpados
y nos dejan a orillas de los lunes.

A nosotros que aún sabemos
cuál es nuestro lugar en las fotografías,
que aún besamos el fango de la memoria.

Iván Onia Valero de Galería de Mundo y Olvido (Ediciones en Huida, 2013)

1 comentario:

  1. No sé medir el tiempo
    confundo mi vida mortal
    con una tarde de verano.

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