
El dolor es mi propio jardín
donde el pasto nuevo
arde como antes muchas veces
ardió pero no
con el fuego frío
que este año me envuelve.
Treinta y cinco años
viví con mi esposo.
Hoy el ciruelo está blanco
de racimos de flores.
Racimos de flores
pesan en las ramas del cerezo
y pintan algunos arbustos
de amarillo y otros de rojo
pero la pena en mi corazón
es más fuerte que ellos
porque, aunque fueron
mi alegría, hoy los veo
y aparto la mirada para olvidar.
Hoy mi hijo me contó
que en la pradera,
junto al bosque cerrado,
a lo lejos, vio
árboles de flores blancas.
Siento que quisiera
ir ahí
y caer en esas flores
y hundirme en el pantano junto a ellas.
Williams Carlos Williams
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