Del castaño colgaban monos jóvenes,
chillaban luces cada vez más lentas.
Algunos nos lanzaban naranjas de dos colores,
otros se masturbaban
y era necesario abrir los paraguas
y otros descendían
y se abrazaban a nuestros tobillos
o lamían los zapatos polvorientos.
Son el otoño estos monos
dijo un niño antes de desaparecer.
Todavía hoy nos preguntamos
de dónde salió aquel crío,
quién empezó a besar a quién.
Iván Onia Valero, de
Hermanos de Nadie (Karima editora, 2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario