martes, 26 de junio de 2012

















Si no hay transparencia no hay escritura. Puede haber un trabajo de amanuense, pero nada más.
El hombre, el escritor, tiene que elegirse transparente o pendolista. Casi todos optan por el pendolista, porque tienen voluntad de poder y porque les parece más lucido.
Escribir es una prestidigitación en cuanto que consiste en desaparecerse, como los ilusionistas del cabaret.
Hay días en que el ilusionista no está en forma, se encuentra opaco, se queda en el sitio.
El escritor tiene que dejar pasar la luz del mundo sobre la cuartilla, el sol sobre la escritura.
Casi todos los escritores estorban a su obra, están delante de ella, echan su sombra de sombrones encima de la prosa.
La prosa es prosa porque tiene sombra, la sombra del tío que está encima.
Si no tiene sombras es poesía.


Paco Umbral

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