lunes, 25 de julio de 2011

Tarde de biblioteca estándar

Leo poemas mientras me desguazo
por la enorme sala.
Mis ojos recorren estanterías
de metal grisáceo,
altos techos, faldas del diablo, piernas
y rodillas, alegres coletitas.
Mis manos se detienen en el tacto
intacto, repasan los breves folios,
leen con las yemas los versos de otros
y los propios, también se detienen
en la música tamborilera
de sobremesa o repasando los
días que cumple la barba.
Los pies, allá en su sótano, también
sueñan con el mar y viajan dejando
aquí sólo los zapatos y, claro,
las piernas, de puro celo, igual
me abandonan.
Los oídos están con la música en su parte
y la nariz se fue tras un café
de la mano de una lengua hecha agua.

De modo que aquí me ven, todo tronco
y cabeza insensible, sentado,
esperando que mis partes regresen
de golpe para empezar el tema uno.












Iván Onia Valero

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