miércoles, 13 de junio de 2018


Como, lento, vas siendo una colonia del movimiento.
Como, lento, los sonidos te eligen
-domador duro-
y te levantas como un pueblo en un libro de historia.

Entre mi barba encuentro tus centímetros,
y, si andas, me crece un hueso amarillo
que antes no me dolía.

Para expandirte, yo debo encogerme.
Si quieres dominar el lenguaje,
yo tengo que cederte mi memoria.
Hay una alegría tibia en los vasos comunicantes,
el reciclaje y la justicia emiten
una luz pequeña de antracita o escritorio.

Cuando viajes a París, yo recordaré París.
Esta es la intimidad de las balanzas.

Iván Onia Valero

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