martes, 8 de agosto de 2017

Breve tratado sobre el miedo


Soy lo que sobrevive a los cobardes
y a los fatuos que ha sido
JORGE LUIS BORGES


Miedo me dan los que no dudan nunca
porque en el borde de su certidumbre
llevan mi sangre.

Miedo me dan aquellos que reniegan
de la envidia y del egoísmo porque
abjuran de lo humano.

Miedo me dan los que buscan la patria
y la señalan con el dedo mientras
cargan el fusil.

Miedo me dan los que queman banderas
y ahogan himnos porque besan otras
y cantan distinto.

Miedo me dan la izquierda y la derecha
porque ignoran que son el doble filo
de la misma espada.

Miedo me dan aquellos que jamás
han traicionado porque está próximo
el día en que lo hagan.

Miedo me dan los que no matarían
por un perro porque están preparados
para morir por un rey.

Miedo me da mi cuerpo porque siempre
es un enigma arcano frente a los espejos
y a los ojos.

Miedo me da la luna y sus formas
porque mira y gobierna como un cíclope
sobre la marea y mis hijos.

Miedo me da la copa de vino
porque en su poso duermen las palabras
que aún no te he dicho.

Miedo me dan el suicida y su olivo
porque legan en la tarde un valor
que desconozco.

Miedo me da la vasta exactitud
que canta Borges porque es un tigre
ciego e inalcanzable.

Miedo me dan el tiempo y sus principios
porque alguien escribió en ellos el día
en el que no estarás.

Miedo me da el alfanje del eclipse
porque es el final de una pregunta
que nadie responde.

Miedo me da el secreto y su ranura
porque forja una sola llave para
demasiadas manos.

Miedo me dan las mil lenguas babélicas
porque sólo alcanzo a descifrar
la magia negra de las traducciones.

Miedo me dan las noches y los días,
esa moneda en el aire.

Miedo me da el anzuelo, esa pregunta
que se muerde en el fondo.

Miedo me da el amor, ese extraño en los espejos
y miedo la venganza, esa cruz en el calendario.

Miedo me da el pasado con su roca,
el futuro, con su planeta.

Miedo me da el presente, ese pez que nadie ha visto.

Miedo me da el mar por su corazón
de clepsidra, sus olas que restan mi tiempo.

El gorrión y la zumaya,
esa única ave que se da la espalda.

El silencio, ese diálogo ancestral.

Miedo me da el poeta ese animal miserable
que miente más que muere.

Miedo me da el insomnio, esa metáfora del sueño
y miedo la metáfora, ese insomnio de las cosas.

Miedo me da olvidar el temblor
y los cuerpos que habita una camisa
cuando la luz apuñala a la luz.

Convertirme en el hombre que enumera
otro inventario de temores.

Llegar a ser aquel que sobrevive
a todos los cobardes que ha sido.


Iván Onia Valero, de Galería de Mundo y Olvido (Ediciones en Huida, 2013)
Cuadro: Silencio de pez, de Mateo Cabrera

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