viernes, 3 de mayo de 2013

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Cómo han envejecido nuestros poemas
J.A VALENTE

A los dieciséis años escribía andamios.
Lo sé ahora.

Pensaba estrella cuando la decía;
nunca estatua y saliva,
nunca sangre de espada.

Odiaba junio porque abría ausencia.
Amaba octubre porque desnudaba
–poco más–

Un taxi no era un tigre.
Un niño no era bronce.
Un árbol no era llanto.

Por las noches buscaba en mi espalda
las alas de Tobías,
pero sólo encontré andamios.
Lo sé ahora.

Una jauría hambrienta de sentido
dormía su sed en los diccionarios,
aguardando que yo no conociera
para tatuarme las exactitudes
que ahora no consigo decir sin pudor.

La belleza fue siempre un tigre blanco
escrito por los otros, cuando aún
la poesía no era el labio duro
donde llagarse,
la carne abierta por la que decimos.

El mar, alguna vez, fue plata verde,
pero nunca este muerto de ahora;
su mensaje de jóvenes desnudos
que nos canta miserias de luz,
anatomías que ya no son posibles
porque dibujan ese muro ciego
entre el pájaro y su llama.
Porque a pesar de nuestra obstinación
en el recuerdo, a veces, es el tiempo
quien se empeña en materia de olvidos
y nos deja temblando en las orillas
su realidad y el puñetazo en el estómago
como un dialecto prístino para aprender la vida.

A los dieciséis años escribía andamios
para subir a un cielo que siempre había crecido hacia
[abajo
y creía que dos muchachos forman un hombre
para ser arrojado en plena noche
a sobrevivir al músculo del mundo.

Dos muchachos,
sumados uno encima de los hombros del otro
para sanar la duda con certezas,
con el bisturí de lo que no admite abismo.

Pero hay senderos claros en el viaje
y es fácil comprender algunos límites,
que nunca se es más hombre que en aquellas
jornadas de calor e incertidumbre
o que uno no es el doble de aquel que soñaba
atrapar las palabras en su filo,
sino apenas mitad,
lo que ha ido escribiendo en estos años
hasta ser un cobarde hecho de sílabas,
un poema inexacto para siempre.
El hombre que amó ser alguna vez,
la metáfora breve de una edad.


Iván Onia Valero de Galería de Mundo y Olvido (Ediciones en Huida, 2013)

2 comentarios:

  1. Hay que escribir poemas como puentes
    tendidos al abismo sin memoria,
    al olvido inclemente de la historia
    sin rencor, esperanza ni presentes.
    ........
    He escrito un soneto sobre ese tema donde bien podría haber incluido el cuarteto que se me ocurre sobre la marcha al leer tu poema.
    Parece que me lo van a publicar. Te lo hará llegar cuando suceda.
    Tengo entendido que tú tambien los escribes. A ver cuando nos regalas uno.
    Saludos.
    N.

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    Respuestas
    1. el próximo Acercamiento que publique en el blog será un soneto, con dedicatoria especial para el misterio que guarda una consonante. Gracias siempre, ;)

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