jueves, 15 de septiembre de 2011

Trabajo con palabras














Trabajo con palabras
porque son un presagio o un destino,
pero aclaremos,
nunca lo hago al modo del joyero,
-por ejemplo-
que engarza piezas y suda y pierde la vista
para vender disculpas de hojalata
al marido cuya mujer espera
con el corazón en oro vivo.
Tampoco me gusta amasarlas
como el panadero soba su pan amarillo,
tan solo en la madrugada,
para no comerlo al siguiente día.
Por supuesto que no las dirijo
como el policía azul sus calles,
ni las clasifico sentado en la oficina,
ni las agiganto ni las hago minúsculas.

Yo, sencillamente las bajo del árbol,
las coloco sobre la mesa y las miro,
y las miro
y de tanto mirarlas ni se pudren.


Iván Onia Valero 2005

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