Hay noches que se lamen las heridas,
que estallan o revientan a los días
y se pasean por las calles con
llagas enormes, blancas como estrellas.
Hay noches en las que uno no quisiera
haber sido invitado a este espectáculo
de dulzura y de sangre que es el mundo,
noches donde los versos crecen
como puñales en la carretera
y uno quiere morir encima de ellos,
los poemas mortales del camino…
dirían las canciones recordándome
y yo me iría con un frío bellísimo bajo el pecho.
Y hay otras, sin embargo, noches de hombros,
-por ejemplo-
noches de labios,
tinieblas sucedáneas con rostro
tuyo,
donde es inevitable cerrar los ojos,
y morderte la boca que es de aire,
y cantarte canciones que no canto.
Iván Onia Valero
Ay, Dios, ¡Qué bendita maravilla!
ResponderEliminarMuchas gracias por el piropazo, así da gusto colgar cosas.
ResponderEliminarHermoso poema
ResponderEliminarey, qué bello!
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