viernes, 29 de julio de 2011

Miss Dior

Me has mirado por la ciudad con todos
sus ropajes, a lomos de cada una
de las horas que de los relojes van a la nada,
y en cada metro de luz que se enreda
en los árboles hasta que no quedan
distancias y las calles se transforman
en un cielo ebrio y un mapa de alfileres.

Si giraba el volante te encontraba
multiplicándote en las avenidas
como un animal que nunca se rinde,
como una obsesión en cada semáforo.

Cansado como estaba de mirarte mirarme
allá donde el asfalto me arrojaba,
decidí besar con los puños aquellos ojos,
y lo hice con un beso tan fuerte que los cristales
corrieron por la acera y los vecinos
se fueron encendiendo en los balcones.

Ahora me persigue la policía
con los gritos azules de sus coches,
cabalgando el desierto que el verano
esparce en la ciudad de madrugada,
mientras tú, señorita incansable,
me miras encendida y me deseas suerte
en todas las paradas de autobús
que la velocidad lleva escondidas.




















Iván Onia Valero, de Galería de Mundo y Olvido (Ediciones en Huida, 2013)

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