lunes, 27 de diciembre de 2010

Victoria


Cuando miro La Victoria, la cama de la marea,
la salvaje y libertina, la golfa, la más caliente,
la que con el barrio nuevo se enamora y se pelea,
la que da la claridad más antigua de occidente.
Cuando miro al hombre caminando por encima de la playa,
siento como el viento es un cañón y mi palabra la muralla,
caigo recostado sobre el vientre de la arena contenida,
hago que retumbe la humedad y canto la canción prohibida
y en el sol una explosión de juventud y libertad.
La playa es mía…la playa es mía.
Si tú no hubieras nacido en el desierto beduino
de la Tacita de Plata
y hubieran hecho en tu orilla un nido para las barquillas
y torres para los piratas,
si no te hubieran echado arena de otro costado
con lo bonita que eres,
lo mismo que en La Caleta se batiría un poeta
para ver quien mejor te quiere,
si tú no hubieras nacido,
yo no sé que hubiera sido de las mujeres.












Juan Carlos Aragón Becerra

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