jueves, 22 de agosto de 2019

Febril templo secreto


Aquel liviano e inmortal vestido
que con mis manos resurrectas
yo arrugaba feliz contra tu carne
guárdalo para siempre en la penumbra
de tus baúles donde nadie pueda
verlo tocarlo olerlo nadie
excepto el tiempo que nos aniquila
Guarda el vestido aquel pordiós consérvalo!

Caerán a nuestros pies como pájaros muertos
nuestra alegría y nuestra juventud
La renuncia y los años darán con todo en la ruina
Pero el vestido aquel que duele
aquella cosa incomparable, el cuenco aquel
de tu calor y de tu olor, que dure,
que dure mucho, que nos sobreviva
Guarda el vestido aquel pordiós consérvalo!

Y que cuando tus deudos hurguen entre las sobras
apasionadas y oscuras de tu vida
nada comprendan de esa tela perpleja
todo lo ignoren de esa cosa suave agazapada
Y que sólo una especie de nostalgia increíble
sin nombre ya y sin nadie y sin sitio
y este poema clandestino y maltrecho
cuenten lo que allí había en el trapo sagrado

Félix Grande

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