viernes, 12 de octubre de 2018

La noche de Inés la chica


Gran negro del sur. Te secaba el cuello.
Partías un tomate de sombra.
Me prometías otros lugares.
Con tus dientes mordías y promesas.
Con tus enormes dientes piel de barco.
“Pronto estaremos lejos de aquí”.

Luego siempre cantabas la canción
que abrasaba tu espalda.
Oh gran negro,
oso tranquilo del sur:

Cuando era un crío
mi mamá me mecía en la cuna,
en los viejos campos de algodón de la casa,
allá en Lousiana,
a sólo una milla de Texarcana,
en los viejos campos de algodón de la casa


Tu hermoso cuello de mundo
donde sudan claveles futuros,
donde los ríos para que mi mano,
tu cuello de caballos cansados.

Oh Pit, bisonte de frío,
viniendo hasta mi cama,
promesa y rayo de algodón.

Por donde yo besaba ya va un hacha.
Por donde yo secaba ya va un hacha.
Terrible y plata,
limpia de domingo para mi amor.
Una gran boca de dientes iguales
husmea en los cilindros de la noche.
Forjada y afilada, abriendo el día viene,
llamando a las puertas,
horrible como una cosa última
te está buscando la sangre,
oh gran negro,
niño mío, oso del sur.
¡Un hacha, un hacha, un hacha!

Iván Onia Valero de El decapitado de Ashton (Ediciones de la Isla de Siltolá, 2016)

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