domingo, 28 de octubre de 2018


a Elizabeth Smart y George Barker

(...)
te quiero porque el órgano de los gitanos te encoge el corazón y sé que te abrazarías a sus cabras amaestradas, llorando, como Nietzsche al caballo de Turín. Te quiero porque un vestido tuyo se hundió al sur de Terranova y con sus mangas aún saluda a los ahogados del Titanic. Te quiero porque tu corazón es un hueco en la escalera donde los gorriones se saben reyes de Francia. Te quiero porque tienes buenas piernas; glúteos, isquiotibiales, cuádriceps y gemelos que te hacen cruzar media ciudad si soy yo el que te llama. Llevo más de una hora desayunando, leyendo poemas de Jorge Teillier y de Manuel Vilas, no te soporto como no soporto la belleza de este barrio de mierda. Es maravilloso todo lo que leo, es maravilloso el vaso de agua por la mitad con tus ojos dentro, mirar el móvil de vez en cuando por si escribes, el móvil como una esquina negra por la que nunca apareces. Ojalá estuvieras aquí y la mañana, en vez de un algoritmo, fuese sencilla porque puedo tocarte un dedo del pie o decirte que tienes una pestaña en el pómulo. Te quiero porque tus uñas son diez preposiciones rojas que me anteceden el nombre. Te quiero porque no te ves cogerte la cabeza y elevarla para ofrecérmela, igual que Judith quería la de Holofernes. Te quiero porque casi nunca estás y me enamoro de las sillas vacías. Te quiero porque tus bragas son un papel de regalo
negro,
azul,
rojo
un papel de regalo transparente que deja ver lo regalado. Si las bajo con los ojos cerrados, la magia regresa como a una mañana de reyes donde los padres son los que no existen.
Te quiero porque me crees si te digo que Dios vive en una higuera y porque tengo un nudo en la garganta mientras intento acabar este poema, es una ciruela que me crece, es la ciruela de tu ausencia, el membrillo de mis ganas de verte, la fruta de los desesperados. Y quiero llorar por ahí, gotas dulces de albaricoque reventón, savia del tallo del plátano, quiero llorar el dátil que quieras comerte.
Te quiero por tu actualidad, porque existes, coetánea y mía, porque eres de este tiempo, porque no estás muerta ni eres alguien por nacer.
Te quiero porque todas las maravillas pertenecen al presente.

Iván Onia Valero

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