sábado, 11 de noviembre de 2017

Que no pare la música



Gracias a eso vivimos
FRANCISCO UMBRAL

Nos morimos. Sabedlo.
En realidad somos vivos en diferido. Hacemos el camino trazado
por alguien hasta las tumbas, pero la ruta es la crónica de un
periodista celestial, la paz azul de una gitana descifrándonos las
manos, mientras jura por el Señor de la Salud y escupe nuestra
suerte en el empedrado.

Es cierto; bailamos, memorizamos los mapas que unen el corazón
a la montaña, masticamos la harina de las que están hechas todas
las cosas. Somos verticales, somos horizontales, dialecto y catedral,
arpas eléctricas, este instante que tarda la línea en leerse, la música
de todo.

Somos tanto el ruido.

Si nos callásemos diez segundos podríamos escuchar a la muerte creciéndonos
por dentro, como un infante malcriado. Por eso el fonema,
el hedor a lenguaje, la combustión de los lunes, la Obertura de
Tannhäuser, la Novena. Por eso casamos al cuchillo y al cerdo en la
bujía del alba. Por eso no nos bastaba el fuego, sino que tuvimos que
explicarlo contra la tiniebla, y al abrazo contra las preguntas, y agosto
contra los cipreses.

Inventamos esta cacharrería de amor y furia como un botón que
abrochara al silencio.
Gracias a ese ruido vivimos.


Iván Onia Valero, de Paseando a Míster O (Noctiluca, 2017)

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