miércoles, 23 de agosto de 2017

Capítulo 00. DEL NACIMIENTO DE LA MELANCOLÍA


para Laura
She's my Coney Island Baby
TOM WAITS

Arrimo mi hombro a tu cuerpo para que “también por mí” vayan las hormigas.
-Eso dijiste. Así fue tu principio, no brotaste
de la costilla de neón rosa de Adán,
sino que naciste de mí como una extrema solidaridad.

Pronto estábamos en la mañana como un grupo que hace tai chi en un parque.
Nuestros cuerpos eran sencillos
y realizábamos movimientos repetitivos para obtener un alma.


II

Se celebró tu infancia
y yo quise llegar al fondo de “aquello”
colocándome una acreditación de poeta para entrar.
Los poetas éramos un grupo de académicos
que no habían terminado los estudios
y por eso en lugar de pajarita llevábamos una larva debajo de la nuez.
En aquellos tiempos ser moderno consistía netamente en la ironía.
(Por ejemplo si algo nos dolía o hacía mucho daño
procurábamos siempre aún así sonreír.)
Y tú fuiste el objeto
-Dear little you, I'm so sorrowful sorry,
culpable como un viento de primavera en una flor de plástico-:

Nos pintamos los labios y comenzamos
a besar tus cuadernos escolares tan sólo con el labio superior,
sellando así tu inocencia con algo parecido a un bigote.

Yo le hablé con crueldad
a la niña que eras. Dije -Snow White,
hoy vas a oír un cuento de verdad:
Cuando la princesa besó al sapo, éste se convirtió en un príncipe,
cuando la princesa besó al príncipe, éste se convirtió en dos príncipes
y cuando la princesa besó azorada a los dos príncipes,
todos juntos se convirtieron en un solo muerto.

Te dije que los terremotos eran el modo que tenía Dios
para mecer las cunas de los huérfanos.

Porque andaba mothertheless por el mundo y te regalé versos que te hicieron llorar.
Pero tampoco tu llanto podía hacerme abdicar de mi nueva mirada deportiva:
en nuestra institución había un pinball
y yo te pregunté: -Y cuando las lágrimas
atraviesan tu rostro
y pasan justo sobre tus lunares... ¿recibes puntos?,
dime, Snow White...

Pero Snow White no me dejó continuar.
Snow White me cogió de la mano y me enseñó a
escribir versos cuyo ancho era irregular como los cuerpos de las lombrices,
a pintarle de rojo las uñas a la mano de oro del viejo llamador si era verano
o vestirla de un guante si hacía frío.

Snow White me llevó
al mediodía de un mar cubierto de infinitos y rojos bombos chinos.
Y cuando un día de marzo se derritió la nieve de la calle,
Snow White me enseñó la calavera del muñeco de nieve.
Snow White me dijo que la mujer con las dos piernas ortopédicas era una sirena.
Porque Snow White era una niña que decía ¡Dios salve a la reina del panal! antes de comerse la cucharada de miel.

Y cuando los pájaros veían a Snow White, decían lindascosaslindascosas.

Snow White, Snow White, the little men have come to say littleiloveyou.

Juan Andrés García Román

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