viernes, 3 de enero de 2014

Los náufragos


Todo náufrago espera
el jirón de una vela perdida,
una señal de humo
más allá de las altas palmeras,
que del muerto esqueleto de su barca varada
resurjan ciertas plantas comestibles.

De la herrumbre la vida confía todo náufrago
y juega con las nubes a descifrar los días,
se vuelve azul el cuerpo,
y de su boca sale un sonido salvaje,
un grito de gaviota.

Teje el tiempo en la barba de húmeda maleza
una derrota verde.

Todo náufrago sabe
que en otra playa aúlla
otro náufrago loco y reciente.

Pacientemente asume lo aciago de su destino,
su soledad,
                  su muerte.

Rocío Hernández Triano
Óleo: Náufragos. Museo Nacional de Arte Contemporáneo. Madrid. Obra de Aurelio Arteta

2 comentarios: