miércoles, 27 de febrero de 2013

Semáforos rojos (parada 4)

El pulso de miradas había empezado una semana atrás.
Finalmente, una de ellas no soportó la belleza constante del oponente
y se suicidó en un abrir y cerrar.


Iván Onia Valero

martes, 26 de febrero de 2013



Hay una vieja trampa en el arte, que atrapa la parte más horrenda del artista y la parte más hedionda de su público, y la agita entre la equívoca sonata del lenguaje, y forma así, desde hace siglos, un simulacro de comunicación: No hay perversión mayor que ese disfraz. Bello parece el acto de ayudar al condenado a cavar su agujero: y sin embargo es monstruoso. Desde hace siglos viene sucediendo.
Es una de las formas del arte.

Félix Grande

martes, 19 de febrero de 2013

Poemas en los huesos XXXIX

Llueve para las vacas, las tranquilas vacas.
Las vacas de hambre,
las inmensas vacas.

Para sus ubres de calabaza,
sus dos esferas,
su cabeza y su pájaro,
para el ruido de nata.

Llueve. Sin cielo.
Para las vacas.



Iván Onia Valero

lunes, 18 de febrero de 2013

Poemas en los huesos XXXVIII bang, bang

Cabalgábamos sobre caballos de madera.
Él vestía de negro y yo de blanco.

Me abatió.

Siempre se reía y decía
acuérdate de cuando solíamos jugar juntos.

Ahora se ha ido.

Ni siquiera se despidió.
No tuvo tiempo ni para mentir.

Bang, bang.
Aquella horrible canción.



domingo, 17 de febrero de 2013

Aire libre

Si algo me gusta, es vivir.
Ver mi cuerpo en la calle,
hablar contigo como un camarada,
mirar escaparates
y, sobre todo, sonreír de lejos
a los árboles...

También me gustan los camiones grises
y muchísimo más los elefantes.
Besar tus pechos,
echarme en tu regazo y despeinarte,
tragar agua de mar como cerveza
amarga, espumeante.

Todo lo que sea salir
de casa, estornudar de tarde en tarde,
escupir contra el cielo de los tundras
y las medallas de los similares,
salir
de esta espaciosa y triste cárcel,
aligerar los ríos y los soles,
salir, salir al aire libre, al aire.



Blas de Otero

martes, 12 de febrero de 2013

Galería de Mundo y Olvido

En marzo daré a la luz el nuevo poemario Galería de Mundo y Olvido, publicado por Ediciones en Huida y con la colaboración de Álvaro Escriche en la portada e ilustraciones interiores y de Manuel Alejandro López en un magnífico prólogo.
Dejo una puerta entreabierta por la que se adivina la portada y algunos versos sueltos de un poema inédito que lleva por título El Otro
Muy pronto más detalles.
Nos vemos!





...
Real es mi esqueleto, su lección
de equilibrio en la cuerda del bostezo,
el lavabo sangrando con dos aguas,
las carreteras que llevan soñándome
toda la noche como los caballos
sueñan el peso de los jinetes,
la fruta y el pan diarios,
las charlas que no pesan,
la sonrisa en su sitio, esa corbata que ya no desanudas nunca,
la ceniza en los labios, ese beso del cansancio.

Iván Onia Valero (2013)

viernes, 8 de febrero de 2013

Poema conjetural












El doctor Francisco Laprida,
asesinado el día 22 de setiembre de 1829 por los montoneros de Aldao,
piensa antes de morir:


Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.

Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.

Jorge Luis Borges
Cuadro: detalle de La carga de los mamelucos, Francisco de Goya, 1814