jueves, 11 de abril de 2013

Manque

Este es el texto que he leído esta noche en el I Derbi Poético, en La Carbonería:













Dice Eduardo Galeano que el fútbol es la cosa más importante de las cosas que no tienen importancia. Está claro que Galeano no es del Betis. Digo esto porque cuando hablo del Betis me gustaría estar hablando sólo de fútbol y no de cosas importantes.
A mí me gustaría hablar de deporte y de cosas sanas, de valores de esos que se dicen para que a Madrid le den las olimpiadas de una puñetera vez, de lo que un niño debe aprender para llegar a ser un hombre de provecho y no un poeta y un tonto de capirote. Los niños que crecemos detrás de las trece barras, a cierta edad, ya nos hemos tragado la llave de la cárcel y sabemos que de allí no se sale en la vida, porque en realidad no hemos querido salir nunca.
Verán, al principio te haces por la risa, quizás porque es el único equipo que reconoces por la tele los domingos por la noche en Estudio Estadio y desde el sofá gritas –papá, el Betis- y a la primera aciertas, coño! Que es el Betis. Me cuesta imaginar el periodo de adaptación de un niño sevillista: -mira papá, el Sevilla- ah no, que es el Madrid, -mira papá, el Sevilla- ah no, el Zaragoza, ah no el Valencia, ah no, el Rayo, el Racing, el Tenerife, el Castilla, el Leeds united, el Santos, el Sevilla Atlético…, en fin deber ser complicado.
Que la vida iba en serio uno empieza a comprenderlo en el gol sur. Como el replicante de Blade Runner, yo he visto cosas que vosotros no creeríais:
Yo he visto a Zidane con pelo marcar desde el centro del campo cuando jugaba en el Girondins de Burdeos y le he deseado que se quedara calvo por detrás algún día.
He visto a un brasileño rubio, a un alemán negro, un guinenano de Valladolid, un portero sin dedos, un suizo beligerante.
He visto bibicletas que no llevan a ninguna parte y a un niño llorar porque Finidi no jugaba esa tarde.
He visto un estadio entero rezando el padrenuestro de los impíos debajo de la lluvia y he visto el silencio porque Assunçao se subía las medias.
He visto a Joaquín contarle un chiste a un defensa y un minuto después partirle la cintura en la cuerda floja de la banda derecha.
He visto a jugadores que no creeríais, tomen buena nota: Balán González, César el novio de la Jesulina, el Chirolita Romero, Joao Tomas, Ferreira, Pavone, Kowalzyck que probó la Cruzcampo y dijo aquí me quedo, un jugador llamado Rodolfo Dapena y Dapena, por parte de madre. Decia Alberti “yo nací -respetadme- con el cine” pues yo nací con John Mortimore, Fantaguzzi, el Pato Yáñez y el Puma Rodríguez , he crecido rodeado de kukletas, de kovelevs, de una una banda izquierda maldita y huérfana, yo he visto nacer a un semidios y convertirse en un demonio, yo me entiendo con mis amigos diciendo cosas como: “lomejón, ershico, no le debo un duro a nadie y estábamos en la uvi” yo he visto al Sevilla ganar las uefas, las copas del rey , las supercopas de España, de Europa, la de la madre que lo parió y ponerse el primero de la lista mientras nosotros quedábamos finalistas del Carranza y perdíamos en los penaltis contra la Balompédica del coño tita, yo escucho la palabra derbi y se me pone el cuerpo de criaturita… y aquí me ven, con 32 años, vivo y sin haber probado las drogas todavía.

Pero también he visto, y por eso no escupo la llave:
Esquinas del campo donde crecen flores que son sombreros.
He visto el olor de la hierba, el ruido de las pipas, me he fumado el puro lleno de insultos al árbitro del que se sienta delante.
He visto la luna partirse en dos en las botas de Alfonsito.
He visto a mi hermano llorar en el 97 dentro de un tren que tardó 8 años en hacer el trayecto Atocha- Santa Justa.
He visto una Copa del Rey vestida de madrina, tambores tribales para hundir al enemigo, yo no he visto fútbol en la vida, yo he visto balompié.
Y he visto la vena en el cuello de Kiko Veneno cuando canta “el mundo es una tontería”
Y la vida que le caben a 90 minutos y el milagro y la miseria que respiran agazapados en el tiempo de descuento.
Me he sentido extraño en la victoria, porque un bético que gana es un mendigo al que prestan unos zapatos viejos y nuestra tristeza es una sonrisa sin pesadumbre, una mochila cargada de oro sucio. El Betis se ríe de los puristas, de los resultadistas, de lo que es útil pero feo, es la resaca, no la aspirina, la poesía frente al informe, es un bocata de mejillones contra el Chelsea, es no saber perder tiempo, es caerse en lo llano, es sacarla jugada cuando no se puede.
Sé que os cuesta entenderlo, sé que lleváis más de cien años intentando comprender qué tipo de quijotes son esos, orgullosos de haberse equivocado al elegir y aun así sonríen y participan de una mentira que creen que vale la pena, criaturitas.
Cómo son capaces de seguir a un equipo que necesita morir para seguir vivo, qué clase de locos se tatúan en el corazón: vivamos manque perdamos siempre, manque la vida duela.

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