Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar,
esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor.
La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Jorge Luis Borges
lunes, 30 de julio de 2012
viernes, 27 de julio de 2012
Alguien que dibujaba la catedral de Burgos a plumilla sin trabas,
sin que sus manos jamás tropezaran en un papel en blanco,
lugar donde construía el mundo a su antojo.
Para ella, por ella.
Alguien que sembraba gitanillo de triana de claveles para ella,
por ella,
por su alimento.
Alguien que fotografiaba el corazón de una amapola para que no muriese en el camino---
hacia su sonrisa, la de Nefer, la que delineó con una sinuosidad permanente,
para ella, por ella! ---
tatuajes de felicidad, a borbotones,
en la silueta de una vida,
la de ella, siempre por ella.
Alguien que pintó a la musa dormida en las cúpulas de San Luis de los Franceses, ofreciéndoselo después de una siesta de sueños,
chocolate
y tinta,
la de ella y por ella.
Alguien que partió a través de la vileza de un astro,
allá a la oscuridad,
borrando las coordenadas de un camino,
los trazos del júbilo que dibujó
para ella,
y siempre
por ella.
sin que sus manos jamás tropezaran en un papel en blanco,
lugar donde construía el mundo a su antojo.
Para ella, por ella.
Alguien que sembraba gitanillo de triana de claveles para ella,
por ella,
por su alimento.
Alguien que fotografiaba el corazón de una amapola para que no muriese en el camino---
hacia su sonrisa, la de Nefer, la que delineó con una sinuosidad permanente,
para ella, por ella! ---
tatuajes de felicidad, a borbotones,
en la silueta de una vida,
la de ella, siempre por ella.
Alguien que pintó a la musa dormida en las cúpulas de San Luis de los Franceses, ofreciéndoselo después de una siesta de sueños,
chocolate
y tinta,
la de ella y por ella.
Alguien que partió a través de la vileza de un astro,
allá a la oscuridad,
borrando las coordenadas de un camino,
los trazos del júbilo que dibujó
para ella,
y siempre
por ella.
jueves, 26 de julio de 2012
Poemas en los huesos XXIV
Una vez saladas,
las palabras han de secarse antes de ser
canción o letanía,
poema o destrucción.
Iván Onia Valero
las palabras han de secarse antes de ser
canción o letanía,
poema o destrucción.
Iván Onia Valero
martes, 24 de julio de 2012
Quisiera estar solo en el sur
Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.
El sur es un desierto que llora mientras canta,
y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.
En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.
Luis Cernuda
lunes, 23 de julio de 2012
La casada infiel
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
*
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
Federico García Lorca
Cuadro: Gitana de Mariano Fortuny Marsal (1870)
viernes, 20 de julio de 2012
Haiku del cine de verano. Poemas en los huesos XXIII
Había hormigas
subiendo tus sandalias
cerca del FIN
Iván Onia Valero
subiendo tus sandalias
cerca del FIN
Iván Onia Valero
lunes, 16 de julio de 2012
Una referencia y una fotografía
Si pinchas aquí podrás acceder al último número de la revista gecmagazine En la página 11 mi amiga y poeta Carmen Ramos, en su artículo bimensual, hace referencia a Las Puntas del Tiempo y otros blogs de interés.
Dejo aquí una de las fotografías originales que, a modo de ensayo, usé para la portada de mi primer poemario Tumbada Cicatriz con un fragmento del "Poema para después" que contiene el título que elegí para la plaquette.
Dejo aquí una de las fotografías originales que, a modo de ensayo, usé para la portada de mi primer poemario Tumbada Cicatriz con un fragmento del "Poema para después" que contiene el título que elegí para la plaquette.
viernes, 6 de julio de 2012
Rodin no es mi padre
Sólo las nubes de moscas saben apreciar,
la verdadera belleza de su presencia, sólo
las nubes de moscas saben apreciar,
la verdadera belleza, de su cadáver. Latir
no siempre significa estar.
Para su corazón somos animales descalzos,
liebres durmiendo encima de un amasijo
de muelles y gomaespuma.
Carne viva para él las sábanas
mi escudo.
Soñar es liberador nadie nos escruta
bostezar un reto cuando él lo censura.
Explosiones en el cielo.
Una estatua es hija, y eterna mentira, recuerdo balas en las pupilas de mis ojos en las dos niñas serias de mis ojos, como abejas mellizas,
cómo niñas,
flaquitas de miel,
rogando a su sangre.
Rodin no es mi padre, no,
no es mi padre, él no
me esculpió para pensar.
La sangre que duele el corazón encallece
la ortiga que pica la piel escuece, una vez más
abejas sobrevolando su rostro, mis ojos
a punto de todo a punto de nada,
ventana o barranco,
cuchillo o su hembra,
necesito sanar
a solas
mis venas.
Pilar González
jueves, 5 de julio de 2012
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