sábado, 31 de marzo de 2012

Los Plurales

Yo que tantos hombres he sido, no he sido nunca
aquel en cuyo amor desfallecía Matilde Urbach.
GASPAR CAMERARIUS


En tantos verbos he puesto la boca
que infinitivamente se ha secado
en espera de alguno que te nombre.

Las esquinas me han visto reventar
contra el muro del mundo, bajo un cielo
tan sin nubes que se podía oír
hasta la risa de los generales,
y alguna que otra vez también han visto
levantarme, ser otro diferente,
recompuesto, hecho de tantos pedazos.

Igual he presenciado infinitud
de vísperas que nunca han sido nada,
como besé la sangre blanca y joven
sin preludios, sin prólogos, sin vísperas
de papeles azules y metálicos,
con la seguridad de ser otro hombre,
apenas un muchacho que no sabía.

Porque uno siempre es dos hombres al menos;
el que es,
y el que recuerda haber un día sido.

Y yo, que tantos hombres llevo dentro,
yo que tantos hombres he sido,
no he sabido ser nunca
aquel en cuyo amor desfallecías.


















Iván Onia Valero (2008)
Cuadro: El descenso, de Gaviero Loco

jueves, 29 de marzo de 2012

Esquelas. Poemas en los huesos XIII














Es curioso
comprobar que el destino de un hombre
realmente se ajusta a un escueto catálogo
de bagatelas, que una vida
-su gloria, su rutina y su fracaso-
puede caber sin más en unas líneas
de periódico:

el tiempo
reduce a trazos gruesos -es verdad- la existencia.


Felipe Benítez Reyes (Fragmento del poema "Los periódicos hablan de Scottie Fitzgerald") Visor de Poesía (1996)

lunes, 26 de marzo de 2012

Vine a llevarme la vida por delante



















Fotografía del pasado 21 de marzo junto a la poeta Isabel Serrato y el editor y poeta mexicano Iván Vergara (a mi derecha) momentos después del recital de jóvenes poetas "Vine a llevarme la vida por delante" que se está llevando a cabo los miércoles de marzo en el Centro de la Placa de Ultramarinos.

NO VOLVERÉ A SER JOVEN


Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.


Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.


Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma

viernes, 23 de marzo de 2012

Jóvenes y el poema

Te he susurrado el nombre del poema
nuevo.

Tan jóvenes éramos estos días
que el poema era una migaja simple,
un azote de isla recién nacida
desvestida aún de nostalgias prístinas
y dolores vertebrados.

Tan jóvenes éramos por ahora,
convertidos en fibrosos caballos,
que nunca levantamos un puente
desde el que asir remembranzas
o sobrevolar olvidos.

Curdas y soberbios de juventud,
transcurrir dejamos el tiempo que era
nuestro,
filtrarse limpio por las catacumbas,
enterrarlo apenas como un tesoro
al que volver algún día -intactos-
para desenterrar remordimientos.











Iván Onia Valero (2006)
Cuadro: La juventud de Baco. William Adolphe Bouguereau (1884)

lunes, 19 de marzo de 2012

Duchados. Poemas en los huesos XII

Ríos atléticos se precipitan
-lascivos, breves-
hasta el vértice maravilloso de la vida.




















Iván Onia Valero (2005)
Grafiti: Mujer en la ducha, de Mikel Iraola Gracia

viernes, 16 de marzo de 2012

¡Ay!, cuántas cosas perdidas
que no se perdieron nunca.
Todas las guardabas tú.
Menudos granos de tiempo,
que un día se llevó el aire.
Alfabetos de la espuma,
que un día se llevó el mar.
Yo por perdidos los daba.
Y por perdidas las nubes
que yo quise sujetar
en el cielo
clavándolas con miradas.
Y las alegrías altas
del querer, y las angustias
de estar aún queriendo poco,
y las ansias
de querer, quererte, más.
Todo por perdido, todo
en el haber sido antes,
en el no ser nunca, ya.
Y entonces viniste tú
de lo oscuro, iluminada
de joven paciencia honda,
ligera, sin que pesara
sobre tu cintura fina,
sobre tus hombros desnudos,
el pasado que traías
tú, tan joven, para mí.
Cuando te miré a los besos
vírgenes que tú me diste,
los tiempos y las espumas,
las nubes y los amores
que perdí estaban salvados.
Si de mí se me escaparon,
no fue para ir a morirse
en la nada.
En ti seguían viviendo.
Lo que yo llamaba olvido
eras tú.















Pedro Salinas

jueves, 8 de marzo de 2012

Poemas en los huesos XI

...no entendí si ibas a ser
libre o esclava
no entendí si fui tu dueño
o un borracho que pasaba.

Soy grande pero tengo
algo que aprender:
es el día mundial de la mujer.

Andrés Calamaro

miércoles, 7 de marzo de 2012

El ángel en la cuerda floja (revisión 2012)



















Pero puede ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.

MARIO BENEDETTI

Tal vez sea por eso, tal vez porque
el azar es finalmente un ángel tan compacto,
paseante infinito por la cuerda floja,
dejando caer su lastre de abrazos,
de fechas, sexos, de piedra y espada
sobre una humanidad de labios.
Recogiéndonos vamos los unos a los otros,
llamándonos naranja y hemisferio
o simplemente amor.
Entonces, cada paso que se dé
deja de ser un verde patrimonio,
una bahía donde fluye la soledad.
Y las señales; sean luna quieta
o semáforo, música u océano
tienen el indomable acento de tu voz
al pronunciarlas.

Tal vez sea por eso, tal vez porque
sobre los cementerios del olvido
haya historias de abrazo desolado
y de tan solas no merezcan ser devoradas
a dentelladas de hierba y herrumbre,
sobreviviendo así de sencillas
a la espalda de Dios y otros azares.

Iván Onia Valero


lunes, 5 de marzo de 2012

Nube de nada



















Hay un lugar en que la vida tiembla
ante el viento y la noche
igual que un pensamiento equivocado.
Un lugar de cristal que alguien ha roto
y en que ya no andará descalza la inocencia.
Un lugar en que flota
el cadáver de un niño ahogado en un mar de relojes
que giran con el dolor de los juguetes averiados.
Y ese mar suena a orquesta de difuntos que interpreta
las partituras indescifrables del tiempo.
Y hay un baile de espectros incesantes,
y sus rostros son los mismos de aquellos
que andaban por la casa, que hablaban de viajes y países,
que traían regalos de ultramar,
cuando tenía
antifaces la vida, y era la dama loca
que se abría como una flor de nieve
cada día en los ojos
que miraban asombrados los naufragios
de los buques fantasmas,
el vuelo de las cometas en la playa errabundas
y la fugacidad
de los castillos de pólvora, al final de los veranos eternos,
cuando se desgarraban los toldos por el viento y volaban
por las calles vacías los sombreros perdidos,
plumas de gaviotas y arenisca, los jirones
de carteles de cines y de circos
que traían el silbido de las balas,
la furia de las fieras
y los ojos vendados del lanzador de cuchillos
ante la ruleta de la muerte.
Hay un lugar en que aún suenan
los broncos abordajes de piratas a los barcos británicos,
el rugido de tigres de Bengala
y la sonrisa rota
de los magos de Holanda y de Turquía.
Hay en ese lugar
imágenes borrosas de mujeres
en cuartos de hotel, en asientos
traseros de unos coches furtivos, parados en los bosques
como brillantes amuletos de juventud;
imágenes borrosas de mujeres
en alcobas prestadas, en pasillos
de edificios que tienen
la condición de laberintos recordados.
Hay un lugar en que recorren
las sierpes del rencor la arena blanca.
Hay un lugar en que todo está dicho
y todo está perdido.
Y ese lugar —apréndelo— es tu corazón.

Felipe Benítez Reyes
Pintura: Mi corazón.   Mar Domínguez Ruiz

jueves, 1 de marzo de 2012

Noche en el Rick´s Cafe



Yo no valgo mucho, pero es fácil
comprender que los problemas entre
pequeños seres no cuentan nada
en este loco mundo.


RICK BLAINE e ILSA LUND (Casablanca 1942)

Un día así no se olvida,
los alemanes iban de gris
y tú vestías de azul.
Por entonces decías cosas como:
te quiero mucho y odio esta horrible guerra
o
el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos.

Eran días felices.

¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde entonces?
Cuánto tiempo hasta que has aparecido
detrás del piano con los ojos tristes
y la intacta dulzura entre los dientes.

Era mi suerte haberte desterrado,
endurecerme el rostro desde dentro,
desde esta ciudad con sueños a saldo
donde la muchedumbre viene y va
de la esperanza a los blancos aviones
y uno se queda solo y sin alarmas.
Era mi suerte y has hecho que salte
en pedazos con mil olvidos tuyos.

El tiempo pasa, el tiempo está pasando.

Ahora suena un piano para mí
en esta madrugada de ficciones
y mi copa vuelve a estar colmada
de licor y de oscuros pensamientos.

No valgo mucho te digo despacio.
Yo no valgo mucho
y el tiempo pasa, el tiempo está pasando.

Iván Onia Valero de Tumbada Cicatriz. Ediciones en Huida (2011)