martes, 29 de noviembre de 2011
De sueños y de mazurcas
De sueños y de mazurcas,
rodeada de ti que dibujas mis pasos.
Que me haces presa de tu plegamiento.
Que haces de vida lo que antes era de muerte.
Y ahora, sabiéndonos más humanos,
robamos un poco al mundo para destilarnos,
para sacudirnos,
y ser del uno muy despacio.
Adriana Schilitter Kausch, de Crueldades Afines
(Ediciones En Huida, 2011)
lunes, 28 de noviembre de 2011
Poemas en los huesos IV
sábado, 26 de noviembre de 2011
Poemas en los huesos III
viernes, 25 de noviembre de 2011
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Como la noche no
quiero que tú desciendas,
no quiero cumplimiento
sino revelación.
Desciende hasta mis ojos
veloz, como la lluvia.
Como el furioso rayo,
irrumpe restallando
mientras quedan las cosas
bajo la luz inmóviles.
Que no quiero la dulce
caricia dilatada,
sino ese poderoso
abrazo en que romperme.
quiero que tú desciendas,
no quiero cumplimiento
sino revelación.
Desciende hasta mis ojos
veloz, como la lluvia.
Como el furioso rayo,
irrumpe restallando
mientras quedan las cosas
bajo la luz inmóviles.
Que no quiero la dulce
caricia dilatada,
sino ese poderoso
abrazo en que romperme.
Jaime Gil de Biedma
martes, 22 de noviembre de 2011
sábado, 19 de noviembre de 2011
Poética
Búsqueda de la expresión adecuada,
no como tirar una piedra al pozo
para romper el sueño de los peces,
es más bien posar la yema del dedo
en la piel líquida del mar,
un susurro táctil que permita ondas
un instante y un retorno sencillo.
De la misma manera en que se guardan
los buenos libros, con esa extrañeza
al saber que nunca seremos los mismos
después de aquella palabra.
Iván Onia Valero (2007)
domingo, 13 de noviembre de 2011
Casida con lámparas de aceite
Tus pies como dos lámparas de aceite
domestican las piedras de la calle.
El barrio recupera
tu perfume extraviado y le regala
un cuaderno infantil a tus andares.
Tus pies como dos lámparas de aceite
iluminan la pieza donde amas.
Levantas tus piernas para tocar el cielo
y tus dedos se agitan
como un grupo de niñas escapadas
o aran en la espalda de la noche
para exigir relámpagos sin sueño.
Tus pies como dos lámparas de aceite
hacen bajo la mesa otro banquete.
Animales, desnudos, musicales,
tus pies como dos lámparas de aceite
dan el santo y seña al peregrino,
lubrican el reloj de la rosa de los tiempos.
Tus pies como dos lámparas de aceite
arden toda la noche y se despiertan
para pulir caminos, para fundar ciudades.
Vicente Quirarte
domestican las piedras de la calle.
El barrio recupera
tu perfume extraviado y le regala
un cuaderno infantil a tus andares.
Tus pies como dos lámparas de aceite
iluminan la pieza donde amas.
Levantas tus piernas para tocar el cielo
y tus dedos se agitan
como un grupo de niñas escapadas
o aran en la espalda de la noche
para exigir relámpagos sin sueño.
Tus pies como dos lámparas de aceite
hacen bajo la mesa otro banquete.
Animales, desnudos, musicales,
tus pies como dos lámparas de aceite
dan el santo y seña al peregrino,
lubrican el reloj de la rosa de los tiempos.
Tus pies como dos lámparas de aceite
arden toda la noche y se despiertan
para pulir caminos, para fundar ciudades.
Vicente Quirarte
martes, 8 de noviembre de 2011
Breve apunte de otoño
Cada hoja verde se mueve en el sol
como si perdurar fuese su inefable destino
MARIO BENEDETTI
Qué golpe de atmósfera te descuaja
de la madre rama, de la hermana hoja.
Qué viento urbano te suspende,
balancea tu anatomía
de cadáver novato
por la tarde en ciernes.
Qué cama dura de ciudad
te acoge: acera, asfalto, charco…
hasta desmembrarte toda
-dejar de ser,
nada ya-
anónimamente.
Iván Onia Valero (2007)
como si perdurar fuese su inefable destino
MARIO BENEDETTI
Qué golpe de atmósfera te descuaja
de la madre rama, de la hermana hoja.
Qué viento urbano te suspende,
balancea tu anatomía
de cadáver novato
por la tarde en ciernes.
Qué cama dura de ciudad
te acoge: acera, asfalto, charco…
hasta desmembrarte toda
-dejar de ser,
nada ya-
anónimamente.
Iván Onia Valero (2007)
viernes, 4 de noviembre de 2011
jueves, 3 de noviembre de 2011
Disfrazado de viento
Tender la ropa
es arriesgarse
a vestir al viento.
Por eso,
cuando descubro
que me falta alguna prenda
no pienso en ladrones
de carne y hueso.
Deduzco, entonces,
que el viejo seductor de veletas
encontró lo que buscaba
para llevar a cabo
una nueva conquista.
Y así,
me consuelo imaginando
que el veloz salteador
de ventanas y azoteas,
esta vez vestido de mí,
ha salido de nuevo victorioso;
pues yo, a tus ojos,
parece ser que,
por mucho que intente evitarlo,
estoy sin remedio,
día tras día,
invisible.
Ya ves,
quién lo diría,
disfrazado de viento.
Fran Nuño, de Deambulaciones (Ediciones En Huida, 2010)
Cuadro: Ropa tendida, de Toñi Ordóñez
Suscribirse a:
Entradas (Atom)