viernes, 27 de mayo de 2011

Palabras para Julia

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

José Agustín Goytisolo

Crítica de Tumbada Cicatriz, por Mario Álvarez Porro

Desde la certeza poética de la existencia, “hoy me desperté inhóspita, terriblemente poeta” Iván Onia nos da cuenta de las cicatrices que nos inflige el discurrir del tiempo. “Vivir es una huella” y el poema “son esas cicatrices que nos hablan y sangran”, nos recuerda Ada Salas. La palabra poética no sólo se irgue aquí como custodia de esa huella y horadar, también como pespunte, si no reparador, sí al menos mitigador. Palabra como dique contra la devastación del tiempo. La palabra poética, u hoja en blanco, en su defecto, se presenta como espacio de expiación y reflexión existencial y, por extensión, literaria.
La herida existencial es sometida al filtro de la razón, a través del alambique que supone la poesía en la alquimia de la palabra, la de una palabra que nos sobreviva.

De ti no quedan más
que estos fragmentos rotos.

Que alguien los recoja con amor, te deseo,
los tenga junto a sí y no los deje
totalmente morir esta noche
de voraces sombras, donde tú ya indefenso
todavía palpitas.

(Proyecto de Epitafio)
Nadie (1993-1994)

José Ángel Valente


















Mario Álvarez Porro. Umbrete 26 de mayo de 2011

martes, 24 de mayo de 2011

Velocidad

Como pasan por estos huesos tardes
que fueron lenta táctica y decálogo,
recuerdo y esquema son ahora. Rápidas
fotografías que nadie captura,
liebres de luz, destino hecho ya carne.

Cuando se cumplen las promesas acaban
los sueños. Todo aquello que esperábamos
o temíamos con la incertidumbre
vagabunda de las horas pasantes,
frío encima de la mesa es ahora.

Dentro de nada existen nuestras bestias.
En un huido regreso van lamiendo
camino hasta nosotros, enseñando
por sus llagas la sangre descosida.
El miedo y el minuto que las han
devorado de aquellos calendarios
hasta esta sencilla velocidad.

















Iván Onia Valero

domingo, 22 de mayo de 2011

En los bolsillos

Normalmente llevo los bolsillos repletos
de cosas insignificantes,
sin ir más lejos:

el cansancio crónico,
la lascivia intacta,
los billetes oxidados de la ambición,
el fracaso que madruga,
las ganas de vivir desdentadas,
la íngrima soledad,
la idea escurridiza,
la nostalgia reciclable,
la tristeza recipiente.

Hay días, sin embargo, en que la tela cede
y por los agujeros van cayendo

el cansancio que rejuvenece,
la lascivia que purifica,
billetes limpios,
fracasos que fracasan,
suicidios racionales,
manuales de soledad,
metáforas de plástico,
nostalgias indefensas...
todo se escurre pantorrillas abajo
en pequeños charcos de alivio
hasta que las descubro colgando de hilos,
-ineluctables, vivas-
tan
calladitas
las
tristezas.


















Iván Onia Valero (2005)

viernes, 20 de mayo de 2011

La sombra de tu perro

No me dejes,
hay que olvidar,
todo se puede olvidar.
Lo que ya se fue,
olvidar el tiempo
de los malos entendidos
y el tiempo perdido
para aclararlos.
Olvidar esas horas
que mataban a veces
a golpes de porqués
al corazón de la felicidad.

No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes.

Yo te ofreceré
perlas de lluvia
venidas de países
donde no llueve.
Yo escarbaré la tierra
hasta después de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y de luz,
yo haré un reino
donde el amor será rey,
donde el amor será ley,
donde tu serás reina.

No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes.

Yo te inventaré
palabras locas
que tu comprenderás.
Yo te hablaré
de esos amantes
que han visto por dos veces
arder sus corazones.
Yo te contaré
la historia de un rey
que murió por no haber
podido encontrarte.

No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes.

Se ha visto a menudo
resurgir el fuego
del antiguo volcán
que se creía demasiado viejo.
Existen tierras quemadas
que dan más trigo
que un mejor abril
y cuando viene la noche
para que un cielo arda,
el rojo y el negro
¿Acaso no se unen?

No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes.

No me dejes,
no voy a llorar,
no voy a hablar,
yo me ocultaré
para mirarte
bailar y sonreír
y escucharte
cantar y después reír.

Déjame volverme
la sombra de tu sombra,
la sombra de tu mano,
la sombra de tu perro.

No me dejes,
no me dejes,
no me dejes,
no me dejes.

No me dejes.

Ne me quitte pas
Il faut oublier
Tout peut s’oublier
Qui s’enfuit déjà
Oublier le temps
Des malentendues
Et le temps perdu
A savoir comment
Oublier ces heures
Qui tuaient parfois
A coups de pourquoi
Le coeur du bonheur
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Moi je t’offrirai
Des peles de pluie
Venues de pays
Où il ne pleut pas
Je creuserai la terre
Jusqu’après ma mort
Pour couvrir ton corps
D’or et de lumiére
Je ferai un domaine
Où l’amour sera roi
Où l’amour sera loi
Où tu seras reine
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Je t’inventarai
Des mots insensés
Que tu comprendras
Je te parlerai
Des ces amants-là
Qui ont vu deux foiss
Leurs coeurs s’embraser
Je te racontrai
L’histoire de ce roi
Mort de n’avoir pas
Pu te racontrer
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
On a vu souvent
Rejaillir le feu
D’un ancien volcan
Qu’on croyait trop vieux
Il est paraît-il
Des terres brûlées
Donnant plus de blé
Qu’un meilleur avril
Et quand vient le soir
Pour qu’un ciel flamboie
Le rouge et le noir
Ne s’épousent-ils pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Je me vais plus pleurer
Je me vais plus parler
Je me cacherai là
A te regarder
Dansser et sourire
Et à t’écouter
Chanteer et puis rire
Laisse-moi devenir
L’ombre de ton ombre
L’ombre de ta main
L’ombre de ton chien
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas.


Jacques Brel

domingo, 15 de mayo de 2011

Travesía

Cuando se llevan dos años, o dos siglos, ahora esto no es importante, caminando por el desierto, los ojos se acostumbran a la árida línea del horizonte, los pasos se amoldan a la sutil onda del suelo y la noche adquiere las sombras de los familiares edificios de la que creemos nuestra verdadera ciudad, no un sitio de paso, sino el seno definitivo que habrá de albergarnos.
La alegría siempre llega desde un aliento desconocido, ajeno a nosotros que enterramos la esperanza en alguna duna sólo para hallarla en forma de oasis, alguien, muchas personas en realidad, pueden recordarnos quiénes éramos antes de convertirnos en estos canallas de ahora, los versos que escribimos en otras tardes que pertenecen a una vida sepultada, pero que no deja de ser la nuestra aunque los zapatos revienten de arena y los labios se agrieten sin memoria.
Volver a ser, convertirnos de nuevo en lo que nunca debimos dejar de lado aunque la arena nos rodeara con su monotonía e irrealidad. Ir saliendo paso a paso hasta sentir en las venas secas la nueva sangre recorriéndonos sin escalofrío.
Llegar a las puertas del desierto para pasar por fin al otro lado como el que regresa a su barrio antiguo, donde los abrazos cuelgan de los árboles y el vino vuelve a fluir por la garganta igual que una victoria polvorienta, atravesando la atmósfera la única palabra que queremos escuchar en ese momento:
BIENVENIDO.














Iván Onia Valero

viernes, 13 de mayo de 2011

Cerrado por derribo


Este adiós no maquilla un hasta luego,
este nunca no esconde un ojalá,
estas cenizas no juegan con fuego,
este ciego no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo,
estas vísperas son las de después.

A este ruido, tan huérfano de padre,
no voy a permitirle que taladre
un corazón podrido de latir,

este pez ya no muere por tu boca,
este loco se va con otra loca,
estos ojos no lloran más por ti.











Joaquín Sabina

miércoles, 11 de mayo de 2011

Estábamos rendidos en el faro
















Cuando el amor y el mar
son una sola marejada, sin que el viento nordeste
pueda romper este recogimiento,
esta semilla sobrecogedora,
esta tierra, este agua
aquí, en el puerto,
donde ya no hay adiós, sino ancla pura.
CLAUDIO RODRÍGUEZ


Estábamos rendidos en el faro,
yo leía poemas de memoria
pero callaba, tú mirabas lejos
y me decías que no te gustaba
saber por dónde hundía el horizonte
su bisturí, que todo era del mismo
color y la saliva del mar manchaba el cielo.

Nos recorría los cuerpos la luz
azul de los segundos, el relámpago
triste de los que van a separarse
pero se están amando velozmente,
igual que si guardaran ese amor
con la lengua detrás de los relojes.

Aquella intensidad nos lastimaba,
sentir galopar la sangre presente,
transformar cada instante en su recuerdo
al modo en que una cámara nos muestra
cómo éramos tan sólo dos segundos
antes y hasta qué punto hemos cambiado.

A estas alturas ya sabes que nada
de lo que leas nos devolverá
las oportunidades que se pierden,
y que si escribo mar, se quedará
esta palabra sola y desalada
sin esa lentitud que permitía
coleccionar las olas y el silencio,

sin la luz de los faros, sin las carreteras
que serpentean hasta la parte azul de los mapas.












Iván Onia Valero

martes, 10 de mayo de 2011

Pegasos, lindos pegasos


















Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera.
Yo conocí, siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!

Antonio Machado

domingo, 8 de mayo de 2011

Poemas de 1966



Frágiles, persistentes, tercas, permanecen las palabras escritas,
quién lo hubiera pensado, con su apariencia momentánea y
mínima,
su caprichoso existir tan lejos de la realidad
o de lo que entonces como realidad se imponía.
Libros, apuntes, aburridos exámenes de inglés,
facturas que pagar, incomprensibles voces al teléfono
y la lluvia detrás de las cortinas
en aquella solemne habitación alquilada.
Noches de soledad brumosa y otras de enloquecida euforia,
con jarras de cerveza, verdes botellas de ginebra
y los ojos oscuros, con una brasa al fondo,
de Pauletta Ioannides y el dios abandonando a Antonio.
Sombras esfumadas, borrados gestos,
Strangers in the Night, desafinada música nostálgica.
Éramos jóvenes y estábamos de paso en la ciudad enloquecida,
éramos jóvenes y meses después regresaríamos,
lejos de allí, la vida todavía esperaba.
Lo que ocurrió después es fácil de adivinar
y casi veinte años me separan de aquello,
sin embargo, algunas palabras, su amarga y tierna materia,
el cercado mundo que pretendieron retener,
la desolada afirmación de sus sílabas,
aún permanecen, apenas corrompidas por el papel impreso.
Ahora -parece tan raro-, de todo aquel pasado
sólo queda, casi tangible, el recuerdo
de una mesa, alta y estrecha, con cuadernos amontonados
pesados diccionarios y una silla de respaldo duro
en la que alguien, remotamente parecido a mí,
iluminaba con arañadas letras
la sombra detenida de un fantasma.
Y todavía esas mismas palabras,
tantos años después, me repiten
su desvelado y único secreto,
su valeroso testimonio inútil,
frágiles, persistentes, íntimas y tercas
me recuerdan la magia desesperada de la vida.













Juan Luis Panero

viernes, 6 de mayo de 2011

Compañera de mi banda



La pantera de un pantera,
la de un pantera la de un pantera,
tiene que ser un pantera,
pero en mujer.
La pantera de un pantera
tiene que ser diferente
peligrosa liberal valiente
y que luche como él,
que tenga talle y se entera como dios manda,
que ande sola por la calle
y se sienta la primera compañera de mi banda.
La pantera de un pantera
tiene que ser gaditana
con su punto de gitana
macarrita y canastera.
La pantera de un pantera
la pantera, la mujer
tiene que ser bien nacía
para que cuando yo me muera
me siga dando la vida, me siga dando la vida.
Y no le pido mas baja mares
que su melena y su risa mora
y no le pido plata y altares
ni cosas brujas cautivadoras
y no le pido sus dulces pieles de pantera
y no le canto "yo no quisiera quererte"
y no le pido ni que me quiera
ni que apacigüe a mi fiera,
que maldita sea mi suerte,
sólo le pido lo que pedía:
que me de la vida
despues de la muerte.


Juan Carlos Aragón Becerra

martes, 3 de mayo de 2011

Resonancias

Soy la sombra que arrojan mis palabras
OCTAVIO PAZ


Aunque se desvanezca en este abismo
insalvable que miras y te detiene el paso
la apetencia de ser siempre una sombra
que arrojan tus palabras.

Aunque se desvanezca
el dulce afán de hallar entre la escarcha
tu memoria extrañada y pervertida,
no dejes de escuchar este viento en tu voz.

Seré tu voz quebrada entre las rocas,
seré ese eco herido que se vuelve
desde lo más profundo de este espacio,
una palabra al viento, una sola palabra
que te devuelva un nombre muy perdido…,
que te devuelva un nombre…,
que te devuelva…














Daniel García Florindo