miércoles, 27 de abril de 2011

Soneto de la primavera prestada

20 de abril de 2011. Final de Copa SM el Rey.
Barcelona 0 R. Madrid 1


Por esto desconcierta este deporte,
por la noche presente sin respuestas
de cómo a escuadra tan vil fueron puestas
la gracia y el laurel sin ningún corte.

De cerveza venimos con la boca
mojada en la pregunta que nos arde,
por qué tú, que ni partes ni repartes,
osas beber la plata de mi copa.

Equipo de oropel y pena blanca
que orgulloso paseas mi trofeo
lo mismo que si te perteneciera

cuide bien que esta verga hasta las trancas
no lo ensarte por mayo, equipo feo,
al que presté mi gloria en primavera.









Iván Onia Valero

lunes, 25 de abril de 2011

Resucitar












En la historia universal de la infamia existen diez formas muy acreditadas de ejecutar la pena capital: por lapidación, crucifixión, hoguera, horca, decapitación con hacha o guillotina, garrote vil, fusilamiento, silla eléctrica e inyección letal. Alrededor de esta ceremonia cruel aletea la culpa o la inocencia, la justicia o la venganza, pero no existe mayor crueldad ni injusticia que la muerte natural en plena juventud o como remate de una larga vida feliz.
Hoy es Domingo de Resurrección y aprovechando que los barrancos están llenos de espárragos silvestres, inmejorables para hacer una tortilla de Pascua, hay que recordar las veces que uno se ha salvado de la pena de muerte, amnistiado por la suerte. Por poco que se haya vivido no hay nadie que no pueda contar en la barra del bar al menos una ocasión en que estuvo a punto de irse al otro mundo. Fue cuando el coche derrapó, dio tres vueltas de campana, cayó en un barranco y no pasó nada, o cuando de niño en la piscina te salvó un ángel que gritó que te estabas ahogando, o cuando resbalaste en el cuarto de baño y por un centímetro no te desnucaste con el grifo como en un descabello, o cuando fuiste al médico por una simple mancha en la mejilla, te mandó un análisis y te descubrieron un cáncer incipiente que pudo ser curado. En estos casos siempre se dice uno que se ha salvado de milagro, lo cual significa que has realizado tú mismo el prodigio de resucitar. No es necesario bajar antes al infierno y al tercer día salir del sepulcro como un tapón de champán. La resurrección también sucede con el despertar de cada mañana. Si tal día como hoy, Domingo de Pascua, al salir del sepulcro Jesús de Nazaret se hubiera encontrado con que María Magdalena le había preparado un zumo de naranja, una tostada con aceite virgen del huerto de los olivos y un café humeante no habría tenido ninguna prisa de volver al cielo. No se tome mal esta metáfora. El crimen del Gólgota se repite todos los años. Con el periódico oliendo a linotipia, el Nazareno hubiera podido leer su caso en primera a cinco columnas mientras desayunaba y sin necesidad de calvarios, tal vez, la humanidad habría sido redimida por el placer y el milagro de sorprenderse vivo ante un buen café y una tostada con el sol en el árbol.

Manuel Vicent

lunes, 18 de abril de 2011

Descarrilamiento



Nos hemos despertado,
la máquina hecha añicos,
disparados a miles de kilómetros
con este malestar de madrugada,
en un campo sin árboles,
entre pavesas frías,
magullados los huesos y seco el paladar.
¿Cómo pudo ocurrir el descarrilamiento?


Ahora mismo, hace un rato,
ya no sé si te acuerdas,
íbamos por el campo en un tren rojo de pitidos triunfales
y el aire se metía por todas las ventanas.


Ahora mismo, hace un rato,
- deja que te lo cuente-
tuvimos en las manos palancas, manivelas y clavijas
de una locomotora que inventábamos casi sin darnos cuenta.


Éramos fogoneros, viajeros,
revisores en aquel gran tinglado fulminante
solamente habitado por nosotros.
¿Te parece –te dije- a doscientos por hora?
Y tú manipulabas allí gesticulando,
a la luz de las chispas que nacían.


Nos hemos despertado,
entre pavesas frías,
magullados los huesos y seco el paladar,
en un paisaje inhóspito.
¿Cómo pudo ocurrir el descarrilamiento?


Carmen Martín Gaite

Vídeo de Fran Nuño

domingo, 17 de abril de 2011

Sin embargo














Ya nada va quedando;
ni la lírica adolescente,
ni la ira sincrónica,
ni el desengaño prematuro,
nada.

Los sueños se quedan sin el tiempo de
convertirse en arena,
los ojos tornan a realidades raquíticas de luz,
los desengaños ya no desengañan.

Demandábais vida, métrica y clásicos,
mas me pasé de rosca.
Madureces sencillas,
pero el amplio abanico de suicidios
apasiona como la vida misma.

Todo va cayendo abajo,
resbalando como un zumo de tedio,
y sin embargo,
la silla de espectador
heredada
se ilumina a veces
por las rendijas,
incapaces de contener
esta
lenta
cadena
de
amaneceres.

Iván Onia Valero

sábado, 16 de abril de 2011

Me callo porque espero

Me callo porque espero,
que confundas la noche cerrada
en el seno del corazón completo.
Y ahí, adormecidos en la rojez
de la sangre caliente y espesa
dejarnos pudrir por el tiempo.


















Pedro Luis Ibáñez Lérida

domingo, 10 de abril de 2011

El olvido











Con los dedos crecidos en los folios
puedo contarte todo lo que fuimos,
ansia por la palabra cruda desde
la que abrazar los árboles y el río.


Sabes que ahora pasan las semanas
igual que chicles ásperos, manidos
por el paso sin fresas y los dientes
firmes y que no importa ya escupirlos
o abandonar debajo de la lengua
la forma masticable de la nada.

Dejamos de hablar de la arquitectura
simple del horizonte, la tristeza
fotográfica que lleva el mar dentro
de la saliva en las carreteras
de vuelta y de otras sucias lentitudes.

Mientras, nuestros teléfonos parecen
un nido de avispas donde rueda
la promesa redonda de tu voz
-alambre sin garganta que lo mismo
araña las paredes que me nombra-

y la pena, que tanto fue moneda
de cambio cuando todo la merecía,
espinas blandas y caramelo
en el corazón, sólo tiene ya
el valor de un billete de mil pesetas,
durmiendo en las carteras que creímos
robadas.

Iván Onia Valero

viernes, 8 de abril de 2011

A ellos otra vez (y siempre)

Álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva.

ANTONIO MACHADO

Compañeros aquí estamos al fin
de lleno en la penúltima rutina
sin charla, sin poeta, sin atril,
sin escalera, sin saque de esquina,

sin cielo aparte, sin boli bic, sin
la conciencia disuelta en sacarina,
sin pan robado para compartir,
sin puris, sin camachos ni cristinas.

Invisibles como una luna nueva,
aún mojan los días de aquel viaje
por los puentes, la lluvia y la cerveza,

por la ciudad que fue última y nuestra.
Compañeros que fuisteis mi equipaje,
conmigo vais, mi corazón os lleva.













Iván Onia Valero