lunes, 24 de enero de 2011

Poema de lunes

Estoy gordo y triste,
como el día en que murió mi padre.
Hoy no hay muerte colgando de las lámparas,
pero también la vida tiene ganchos puntiagudos
con que lacerar la carne.
Todo lo que soy
es un montón de papeles arrugados sobre el escritorio.
Hay días en que no encuentro las llaves
y todas las gasolineras están cerradas.













Antonio José Sánchez Fernández

domingo, 23 de enero de 2011

Verbena














Siempre aspiré a que mis palabras,
las que llevo al papel,
continuasen llorando
porque yo las había llorado antes.
JOSE HIERRO


Yo también me he quedado sin las lágrimas
necesarias con que nombrar la niebla
de bosque que envuelve a los hombres solos
y la cara gris de los animales
enjaulados y la percha que forman
las preguntas si, en vez de las respuestas,
colgamos solamente los abrigos.

Es necesario a veces ser preciso
con el llanto, escribir mirando al río:

latigazo de mar, herida abierta.

O andar la ciudad fiera y anotar:

un semáforo en rojo es una bala
al corazón de la palabra prisa.


Todo sea por no esconderse siempre
detrás de las esquinas con los ojos secos
o despertarse todas las mañanas
para beberse la sombra caliente
de un café como si fuese la propia.

Todo para adentrarse en los días
igual que nos colamos en una fiesta,
con la certeza de no encontrar nunca
a las personas que vamos buscando
y la esperanza de parecer simplemente
invisibles.

Iván Onia Valero

lunes, 10 de enero de 2011

Canción de aniversario

Porque son ya seis años desde entonces,
porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!

Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.

El eco de los días de placer,
el deseo, la música acordada
dentro del corazón, y que yo he puesto apenas
en mis poemas, por romántica;
todo el perfume, todo el pasado infiel,
lo que fue dulce y da nostalgia,
¿no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba?

La realidad -no demasiado hermosa-
con sus inconvenientes de ser dos,
sus vergonzosas noches de amor sin deseo
y de deseo sin amor,
que ni en seis siglos de dormir a solas
las pagaríamos. Y con
sus transiciones vagas, de la traición al tedio,
del tedio a la traición.

La vida no es un sueño, tú ya sabes
que tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un poco de sueño, no más, un si es no es
por esta vez, callándonos
el resto de la historia, y un instante
-mientras que tú y yo nos deseamos
feliz y larga vida en común-, estoy seguro
que no puede hacer daño.
















Jaime Gil de Biedma